Una guerra, una lucha, armamentos, recursos, revoluciones, parábolas, suicidios, economía...
Sentimientos...Baaah, sentimientos.
Ja!
Cansada. ¿De qué? De todo.
Y ese monólogo interior que golpea y jode, y sigue golpeando, y sigue jodiendo.
Y los paros. De esto, de aquello. La gente no aprende y sigue en la misma. Y reprime y las movilizaciones son cada vez más.
¡BASTA!
Basta de todo. Basta para mi y para todos mis compañeros.
¿Y después?
Qué importa el después, dicen...
El ayer que se detiene en el pasado.
Y es un círculo vicioso. Nunca termina, nunca acaba...Nunca más. ¿Nunca más?
Si en plena democracia tenemos otro desaparecido.
Si en este país no se puede estudiar tranquilo. No se puede cursar sin miedo, porque al volver a tu casa, corrés el riesgo de ser otra víctima de un afano, como mínimo.
Y encima, sentir. Encima de todo, hay que sentir. ¿Por qué? Porque uno siempre algo siente. Y sentir te hace pensar. ¿En qué? En todo. En todo lo que tenés, en todo lo que podés ya no tener. En todo lo que podés dejar. En todo lo que se te puede ir de las manos.
Y los tipos, paran. Paran la Nación.
¿Y ahora? Claro, y ahora hay que seguir. ¿Seguir con qué? Con la vida.
Y la vida sigue, y mientras se vive se siente, se aprende, se crece, se enoja, se calma, se frena, se arranca, y se sigue. Sigue y sigue.
Todo sigue. Y no podés parar, tenés que seguir, o te quedás atrás. Y atrás no hay nada, solo el ayer, que se frenó en el pasado. Y eso no sigue. Y el después dicen que no importa. ¿Por qué?
Porque nunca llega, porque siempre es hoy. Es ahora. Y el ahora continúa y sigue.
Y hay una guerra, una lucha, armamentos, recursos, revoluciones, parábolas, suicidios, economía...Y sentimientos...Por sobre todas las cosas, hay sentimientos.
Mejor, por hoy, paro.