jueves, 30 de diciembre de 2010

Último de últimos

Desde el monitor con la patita de ganchito de carpeta incrustado en el botón de encendido para que el monitor no se apague —sin esa herramienta de precisión no se mantendría prendido—; pasando por la impresora que anda cuando quiere; o por la radio estancada siempre en el mismo dial; o los escritorios encerrados en estructuras de durlock pintadas de gris; o el enorme mueble lleno de biblioratos desbordados de papeles y de facturas y de certificados y de declaraciones juradas; o el estante portador de modem y de router que se desatornilló y se mantiene perpendicular a la pared por la fuerza y la voluntad de un florero; o la cortina que alberga a una araña que siempre se muestra cuando baja a almorzar a algún pobre e ingenuo mosquito; o las tres ventanitas rectangulares que se abren por la mitad; o el portero que acopla; o la interminable pila de papeles y de folios en el escritorio vecino; o el armario repleto de libros de actas y de facturas para devolver a sus respectivos dueños; o el cuaderno de resultados de IVAs; o el scanner que está hace diez años; o la computadora con DOS; o el fax, el maldito fax; o el cuaderno de claves; o toda esa gente que entra y sale; o los inspectores; y toda la manga de clientes con sus problemas contables por resolver; o todos los vencimientos; o...
Hasta el espejo que adorna el fin —o el principio— de la escalera.
Todo eso. Estoy segura de que no lo voy a extrañar.
Muchas gracias y todo muy lindo pero hasta luego, estimada oficina.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Sientase bien

Sientase libre. Conozcase. Usted es una persona y eso ya le da la condición de ser un ser interesante, cuanto mínimo. Sorpréndase de usted.
Haga con ganas. Haga lo que tenga ganas y hágalo con muchas ganas. No mande todo a la mierda a la primera que falle. Perseverancia. El logro se ve al final, y si no se logró, seguro algo rescató.
Quiérase. Tengase cariño, amese. Quiérase como si usted fuese su pareja, incluso más. Ni su pareja puede quererlo tanto como se tiene que querer usted. Y amese de la misma manera en la cama. Tenga intimidad con usted. Cuéntese sus propios secretos. Nadie mejor que usted para saber qué le gusta. Tiene garantizado pasarla bien.
No se queje tanto. Ni es necesario. No se moleste todo el tiempo por cosas que no valen la pena. Lo que pasó ya está, ya pasó. Y, en definitiva, siempre se le puede encontrar un lado positivo. No se haga mala sangre. Respire profundo y tomeselo con calma.
No sea rebelde sin causa. En caso de querer romper las reglas, primero tomese la molestia de conocerlas todas, casi a la perfección. Es una cuestión estratégica. Y es que el mejor método para destruir al enemigo es conocerlo muy bien.
No se deje llenar la cabeza, piense dos veces todo lo que le dicen, todo lo que quieren que crea. Tampoco se quede con una sola versión.
Piense en el otro. Somos todos humanos. Nadie tiene la culpa. Las cosas nunca se hicieron bien. Y dudo mucho de que en algún momento se hagan bien. Sin caos no hay orden. Para que algunos estén bien posicionados otros tienen que estar muy mal parados. Piense en el otro y aprecie la vida humana.
No se quede parado siempre en el mismo lugar. Busque cosas nuevas. Busque que las cosas de afuera también lo sorprendan. Admire cosas que hasta el momento haya considerado insignificantes.
Nunca se aleje del arte, de la música, de la lectura. Use la imaginación. Sientase en la libertad de sentirse un chico de a ratos. Sientase en la libertad de jugar. Y aprenda, siempre trate de aprender algo nuevo.
Sientase libre de conocerse. Disfrute de pasar tiempo con usted.

lunes, 27 de diciembre de 2010

No terminó

Todo empezaba, de cero empezaba. Y nadie miraba. Nadie veia lo que nosotros podíamos ver. Toda la gente común nos rodeaba. Y nadie siquiera sentía lo que podíamos percibir. De a ratos no podíamos ni sentir. La casa no nos bastaba. Todo pasaba, todo avanzaba. Y cuando ya la luz nos ganaba, tapabamos todas las ventanas. Todo volvía a empezar. La casa todavía no alcanzaba. Eramos animales. No se frenaba, no se frenaba, así como si todo girara. No frenaba. Parecía que todo colapsaría en ese instante. Tan intenso, constantemente intenso. Colapsaría. Intenso. Sucumbiría. Y no bastaba. Pero el mundo nunca terminaba. Solo después, y recién después, de varias horas de sueños por separado volvimos a caer. Colapsó. ¿Colapsó? El escenario se derrumbó. Y todavía siento a esos fantasmas. De a ratos algunas cosas vuelven a empezar. Todavía creo que no terminó.
El mundo nunca terminó.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Logro veinte-diez a los veinte-dos

Después de varios meses de trabajo y de mucho esfuerzo, me siento muy contenta de poder decir que hay un libro con textos míos en la Biblioteca Nacional. Y es un libro que no hubiese sido posible realizar de no ser por una persona tan dedicada a su trabajo (quizás mucho más de lo que debería), apasionada realmente por lo que hace, predispuesta, amable y de un corazón enorme: muchas gracias, Adriana.
Felicitaciones a todos mis compañeros, con los que tanto trabajamos por esto.
Gracias también a quienes siempre se les debe gratitud: la vieja y el viejo. Y finalmente, la dedicatoria de este logro veinte-diez a mis dos hermanos que mucho, muchísimo tienen que ver con todo esto.
Gracias Eze y Aye, mis dos más dos de todos, por haber estado ahí.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Coronados de gloria

Cuántos esqueletos se han perdido de esa fiesta.
Cuántos otros esqueletos se habrán sentido ofendidos por la indirecta festiva.
Cuántos de todos aquellos muertos quisieran no estar más vivos solo para no tener que seguir mirando cómo les tiran pedazos de democracia en sus caras.
¿Cuántos de todos nosotros entendemos las reglas de este juego?
Juremos. Y gloria para todos.

jueves, 9 de diciembre de 2010

El loco de al lado

El loco de al lado grita y grita. Al lado de él tiene una botella de lavandina.
El loco de al lado habla y habla. Mira hacia la pared y habla, siempre habla.
Ella lo escucha. El loco sabe que del otro lado ella escucha. Y habla y habla. Del otro lado, ella se apoya contra la pared y lo escucha, siempre escucha.
El loco de al lado grita y da un trago de la botella de lavandina. Ella lo escucha, sonrie y después se lamenta. Se lamenta porque no es a ella a quien el loco le habla. ¿A quién le hablará? Se lamenta porque no es ella la botella de lavandina.
El loco de al lado no se calla y siempre da tragos de la botella de lavandina. Y ella quiere ser destinatario o lavandina.

martes, 7 de diciembre de 2010

Ya me olvidé

De vos, de él, de ella, de todos; de mí. Me olvidé, total y completamente. Después volví y me encontré..., sin nada.
Me acordé cuando me perdí. Y no sé a dónde enfilé. Me acordé de que para ser víctima yo había cantado pri. Y por un ratito solo me morí. Esa vez no fue domingo, me acuerdo. Después me fui. Y a los dos días me olvidé. Total y completamente. De vos, de él, de ella, de todos y de mí. Me olvidé de que viví.
Cuando me quise acordar ya era diciembre.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Vamos por partes

La que parte y reparte, ¿dónde carajo está la mejor parte? Aparte, parte de la parte es la que se reparte.
Yo las crío y ellas se amontonan en partes. Y por gloria y pena, yo ya no soy parte. La que parte y reparte...
La mejor mejor parte se la queda quien primero parte. Y parte de partir, es irse a otra parte.

martes, 30 de noviembre de 2010

De nombres y de desvanecimientos

Ambos eran un algo hipocorístico. Sus nombres podían ser eufemismos de tantas cosas que dentro de lo pedestre, se mantenían en un halo poético.
Pero uno de los dos se desvaneció entre vanidades. Y el otro de los dos solo fue un nombre ordinario.

De fines de mundo y de lo que hace mucho no escucho

Soñé con un apocalipsis.
Uno de esos apocalipsis baratos con no muy buenos efectos especiales y con muertos vivos que no están muertos y que deambulan por la ciudad vestida en llamas.
Soñé con un apocalipsis de esos que dan lástima, que daba pena, que ni merecía semejante título. Y por todo y por nada, el mundo se descolocó.
Apocalipsis al fin, y como buen apocalipsis, cayó para romper todo, cayó cuando nadie lo esperaba, cayó a mitad de un día hábil, en el medio de la luz.
Entonces ya nada importaba. Hubo quienes sembraron el pánico, hubo quiénes se sembraron ante el pánico en un acto de desmayo, hubo quienes se desvistieron y fornicaron, hubo quienes colaboraron con la destrucción, hubo quienes saquearon locales y supermercados, hubo quienes se encerraron en templos y rezando esperaron el fin, hubo quienes se encerraron en sus casas y cerraron las cortinas, hubo quienes consumieron todas las drogas que pudieron, hubo quienes frenaron la corrida para ver la fornicación y luego se prendieron a fornicar. Hubo golpes, hubo gritos, hubo fuegos y ya no tenían nada que ver con la fornicación.
Un desastre de paisaje rojo y de clima caluroso. Vidrios rotos, papeles que en algún momento tuvieron una mínima importancia, autos dados vuelta y estampidas por doquier.
Y yo caminé, caminé y observé. Pensé que en algún punto yo lo sabía, sabía que todo podría irse a la mierda y que podría ocurrir en cualquier momento; sabía que pasaría y no sentí la desesperación. Llegué a un parque y un loco desconocido pero familiar estaba ahí, tirado en el pasto con sus extremidades completamente extendidas. Miraba hacia el cielo, lo veia arder. Me senté a su lado y lo miré, no dije nada, me acosté a mirar el cielo y verlo arder. Me miró, lo miré. Me dijo que la tierra se volvería cenizas y que la luz perpetua los iluminaría. Sonreí y le respondí: "Réquiem, de Mozart". Sonrió. Y después, como si dentro de todo hubiesemos encontrado la hermosa forma de ceder, en silencio y sonrientes, miramos al cielo, lo miramos caer.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Necesidad de falencia

En un rezar por rezar —ni yo lo llamaría rezar—, porque no rezo, nunca rezo, pues no creo en el rezo ni el dios ni en nadie de esa gente; supliqué aquella noche por esta mente y rogué ante la nada, testigo fue la nada, que me dé un respiro, un suspiro y un adiós. Y que me despierte algún ente barato en un acto de pureza y maldad, que hace tiempo que no siento el alma partida y las incontenibles ansias de pasar un largo trago amargo de inextricables sensaciones ambivalentes, todas y cada una de ellas ambivalentes. Y así ser el plato de algún hombre que carezca de motivos y razones; como el hambre, como la sed, como la mismísima vacuidad de un ser, mi ser.
Y falencia satisfecha.

martes, 23 de noviembre de 2010

Lo que no supieron ver

Yo vi lo que todas esas personas comunes no puedieron ver.
Increible. Increible ver lo que no pudieron ver.
Y yo lo vi, lo escuché, lo sentí y lo viví. Todo eso,
eso que todas aquellas personas comunes no intentaron hacer.
Y ahora ya está, y ahora ya sé. Sé que no lo pueden ver.
Nunca más. No más. Nunca más. Fue la última vez.
Yo lo viví y ellos ni lo pudieron ver. No imaginan lo que es.
Yo vi lo que todas esas personas comunes no quisieron ver.
No supieron ver. No intentaron ver. No pudieron ver.
Y ahora ya está, y ahora ya se fue. No hay tal, no hay más.
No saben ni qué es. Ni tampoco tienen idea de cómo fue.
Todo lo que va más allá de las orejas y de los ojos de las almas.
Mayestáticas imágenes audiovisuales que desconoce el ser.
Menos mi ser, menos su ser, menos los otros seres.
Yo vi lo que todas esas personas comunes no pudieron ver.
Yo vi al ser. Yo lo vi crecer. Lo vi entregarse y salir.
Lo vi latir, lo vi morir. Y aplaudí. Yo aplaudí.
Yo vi al ser, lo vi nacer. La canción del amanecer.
Y todo lo que aquellas personas comunes no supieron ver.



Angel, Safe from harm, One love, Unfinished Simpathy, Risingson, entre otros...

viernes, 19 de noviembre de 2010

Merthiolate

Arde merthiolate. Y no se de dónde salió esa lastimadura.
Merthiolate. Y me remonta a una vieja casa de tía en Escalada, un kiosco de barrio, de esos que te venden desde una ventana con rejas, claro. Misma vieja casa en la que las náuseas de un hermano mayor provocaron que él no vuelva a comer choripan durante muchos años. De grande se recuperó del trauma. Misma casa en la que tengo recuerdo de haber visto por última vez el frasquito de merthiolate.
El frasquito blanco, la palita blanquita con agujeritos que nace del interior de la tapita del frasco y el merthiolate ahí, ardiendo incluso antes de tocar la herida. Merthiolate. Arde solo el merthiolate. Así bien merthiolate.
¿De dónde habrá salido esa lastimadura? Ya no se usa el merthiolate. ¿Arderá? ¿Y qué será de la vieja casa de tía en Escalada?

jueves, 18 de noviembre de 2010

Todavía la escucho

Yo ya me desperté. Hace rato me desperté. Me levanté, fui al baño, bajé, preparé el mate, volví a la pieza, empecé con las monografías, todo, todo. Ya hice todo eso. Hace rato me desperté.
Pero, todavía la escucho. Mi sueño fue raro, y todavía la escucho. Yo conocía la historia en el sueño. Yo sabía que se hablaba de su existencia en mi sueño. Igual, en mi sueño, me aventuré a subir, me aventuré a escalar, me atreví a reirme de la historia mientras subía, me animé a entrar a la casa, no necesité generar valentía, me metí en la casa. Me sentí como en mi casa. Me aventuré a subir las escaleras, me animé a entrar en la habitación más lejana de la planta más alta, me atreví a tocar las cosas. Me extrañó que haya luz eléctrica, me sorprendió la cantidad de piedras arriba de la cama sin una partícula de polvo. No había polvo. Me sentí a gusto de sentarme a leer las inscripciones extrañas que había en cada piedra. Ya casi era dueña del lugar. Y la escuché.
Escuché la risa, escuché de dónde venía, y me aventuré a abrir la puerta del armario sin un poco de miedo. No recuerdo su aspecto. No recuerdo qué vi. Sé que era ella y estaba ahí. Y se rió. No cerré la puerta. Sé que corrí. Sé que me fui. Y mientras me iba, escuchaba su voz. Su voz susurraba mi nombre, más precisamente, mi apodo. ¿Cómo supo mi apodo? Lo susurró repetidas veces y todas esas veces retumbó en toda la casa.
Se que salí y que al bajar, me cai. Y me desperté. Hace rato me desperté. Y en todo este tiempo de estar despierta la escuché susurrarme.
Yo ya me desperté, hace horas me desperté. ¿Me desperté?
No sería la primera vez que me como el amague.

martes, 16 de noviembre de 2010

Paralelos Vol. VIII

Pensar que uno ni siquiera es uno solo. Es un conjunto de cosas que funcionan e interactúan. Uno solo, uno mismo. Y todas esas cosas condicionan a que uno sea uno, así con todo como es; que a tus ojos le gusten más determinados colores, que a tus oídos le caigan mejor determinados sonidos, que tu boca disfrute más de determinadas comidas, y así con todo, todo lo que a uno lo hace.
Somos animales. Habíamos quedado en que superiores. Pero perdonenme... Ni sé qué tan superiores, eh.

Paralelos Vol. VII

Rítmica y artificialmente, podría ser equivalente. Será el marcapasos.
Si de ambivalencias se valiera, no habría rima pertinente. Pero, click clack, será el marcapasos.
Y no habrá necesidad de marcarle el paso.

Paralelos Vol. VI

Amor de locura, soledad y hartazgo.
Locura y hartazgo, amor de soledad.
Hartazgo y soledad, locura de amor.

Amor de hartazgo, locura y soledad.
Soledad de amor, hartazgo y locura.

Hartazgo de amor, soledad y locura.

Locura de soledad, amor y hartazgo.
Amor y locura, soledad de hartazgo.
Hartazgo de locura, soledad y amor.
Amor y soledad, locura de hartazgo.
Hartazgo y amor, soledad de locura.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Algoame

Secuestrame, pegame, atame, violame y matame. A ver si en una de esas le encontramos algo de sentido.
O no. No lo hagas, no tengo ganas, nunca va a tener sentido.
Mejor, matame, violame, atame, pegame y recién ahí pedí rescate. Así yo no tengo que comerme el garrón de verte hacer todo eso, ni tengo que pegar un acting para que te incentives. A ver si en una de esas me dejo de aburrir.
Lo que falta es que todo esto se haga por facebook. Y ya 'tamos hechos.
Lo único que no me aburre es este blog y eso pasa porque me importa muchísimo.

De la plaza

Te quiero tanto, corazón. Pero entendeme. Yo no puedo seguir acá parada mirando cómo jugás en la plaza. Ya no puedo cuidarte. Estás grande. Tenés tus amiguitos, jugá con tus amiguitos. ¡Qué rápido creciste, corazón! Se nos escapa el tiempo de las manos, eh. Pero vos no te preocupes. Yo siempre voy a estar cerca para cuando lo necesites. ¿Qué? No, ahora no. Ahora me tengo que ir a hacer cosas de grande. Pero vos andá y jugá, corazón. Jugá. Divertite, corazón. Te quiero tanto. Pero yo no me puedo quedar acá parada mirándote jugar. Entendeme, corazón. Hagamos de cuenta que cuando se haga la hora te paso a buscar. Te quiero, corazón. Chau, mi vida. Chau.
Y le dejé los dos juguetes en el primer escalón.

martes, 9 de noviembre de 2010

De bestias, de vulnerabilidades y de vidrios

Si en este momento un carnívoro y salvaje animal, como ser un lobo, estuviese suelto por las calles de Lanús en busca de alimento guiado por su olfato..., creo que yo sería su primera presa.
Como si aquella bestia pudiera sentir el olor a sangre vulnerable. Como si yo no tuviese forma de escapar de ello. Y no estoy hablando de la vulnerabilidad, en realidad. Pero es el aroma. Se siente el aroma. Se siente la sangre, se la siente correr.
Y esa bestia podría estar en este momento lengüeteandose el hocico, desparramando saliva y mirandome por la ventana.
El vidrio ya se empañó.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Loco maldito

Pseudo poetas pseudo muertos sin un gramo de maldad. No les deseo nada, solos se mandaron matar.
Yo quería leer sobre aquel loco que salía a la calle a gritar. Y no era ni pseudo ni poeta ni malo ni muerto. Y salía a gritar.
Pero dio unos tragos del botellón de lavandina. Solo por loco. Y no lo escuché más.
Pseudo poetas pseudo muertos sin un gramo de maldad es todo lo que hay por acá. Lo bueno de esto es que ya se mandaron matar.

Pasa...

Que llegué a un punto en que no tengo ganas de escuchar siempre lo mismo. El ser humano tiene las capacidades de comprender y de hacerse comprender. No carece de ellas, justamente. Y si uno puede ser lo suficientemente humano como para aprovecharlas para decir pelotudeces, puede también entender lo que está diciendo y utilizar los métodos comunicativos que guste —de hecho hay tantas formas y tan veloces— para hacerlo. Si Fel pudo...
Que, ponele, hay muchas palabras que, y a esta hora tengo la total capacidad para afirmarlo, ya perdieron todo tipo de sentido o peor aún, están devaluadas. Primero me satura, me pone nerviosa, me genera bronca. Después, sinceramente, me deprime. Entonces, dejo de creer en cualquier concepto del estilo. Es triste, realmente.
Que me vienen a romper las bolas con qué te hace piola y con qué te hace un imbécil. Partamos de la base de que es enteramente subjetivo. Y en definitiva, habría que ponerse a la altura de la circunstancia.
Que tampoco busco generar ambigüedades. Y si hablo al aire, es solo por respeto. Pero no me vengan con sus pelos de punta y sus nervios a flor de piel a gritonearme sus razonamientos. No me jodan con prototipos de vida ni con consejos de cómo armarlos, si no estamos parados en el mismo lugar.
Que a esta altura del año y teniendo en cuenta el contexto general..., ya no me interesa. A mí, dejenme tranquila en mi rincón.

De idiotas y de ya nada más

Es tan idiota el que hace como el que opina sobre lo que el otro hace. Nunca me molestó ser idiota de los primeros. Tampoco me molesta que no importe eso. Siempre me molestó que tus acciones se contradigan con tus ganas. Y ahora pasé a ser de los segundos. Pero sigue sin molestarme, siempre me asumí idiota.
Ya no siento tu olor a animal. Ya sos un ser humano. Para alimentar mi lamento, de esto también ya me aburrí. Hace rato no asesinás despiadadamente. Hace tiempo que no sos verdugo.
Entonces mejor, andá a acumular años, pero muchos años, y recién después de eso vení y enseñame a vivir.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Paralelos Vol. V

Nada es un solo algo. Así, pura y concretamente algo.
Todo es un conjunto de cosas. Todo, hasta la más ínfima materia.
A la vez, todo esto es nada. Así, total y absolutamente nada.
Y todo aparenta ser tanto.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

De movimientos, de suspiros y de sudor

Nos acompaña la música y vamos al golpe. Paulatinamente, aumenta la temperatura de la piel. Se siente como un calor interno que se asoma de a poco a la superficie. Se siente como cuando uno se acerca al fuego, pero en este caso, teniendo el fuego adentro. Seguimos acompañandos de la música. Y de a poco, empezamos a sudar.
El cuerpo entero se entrega al movimiento. La respiración se agita cada vez más. De vez en cuando, damos besos húmedos que nos impulsan para seguir un poco más. El fuego interno se calma, pero en ningún momento se apaga. Y después del beso, instintivamente aumentamos la velocidad. Entonces, duele y se siente en todos lados el dolor. Duele, y se siente bien el dolor.
Las gotas de sudor contornean nuestros cuerpos. Suspiramos en busca de la bocanada de aire. Y nos secamos un poco la transpiración. Nos calmamos por dos segundos. Damos otro beso húmedo. Y la apasionada velocidad aumenta de nuevo. Duele y está bien.
La música no para ni un segundo, tampoco nosotros. Entre velocidades, calores y dolores, llegamos al punto máximo, que es ese en el que el cuerpo quisiera poder explotar. Es como si el mundo se frenara por ese instante. La música se pausa junto con nosotros que largamos un suspiro de total y completa paz.
La música vuelve a acompañarnos, esta vez con calma. Estiramos nuestros cuerpos y sentimos otra clase de dolor, también un lindo dolor. Beso húmedo y refrescante. Por último, un suspiro final antes de volver al mundo.
Y así es una clase de spinning.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Si no me lo decían, no me daba cuenta

Posta que allá afuera me siento re segura y todo es puro razonamiento.
Ahí afuera, allá abajo, acá al lado. A mitad de camino.
Y últimamente, el clima está lindo.
Venía con una re banda de quejas. Y ya me olvidé por qué me habían molestado. Interesante fecha para sentirse tanta calma. Tan noviembre.

miércoles, 27 de octubre de 2010

De política, de dudas y de ex presidentes...

No soy una fanática de la política. Y tengo que admitir que en estos últimos tiempos, me he desligado bastante. En alguna época estuve mucho más interiorizada en todo. Y hasta participaba. Claro, participaba hasta donde te lo permite un centro de estudiantes de secundario, o quizás podría decirse que también pararme delante del colegio y dar algunos discursos era una forma de participar. De todas formas, quizás eso lo vea más como una manera de transmitirle algo a varios pibes que bastante perdidos estaban con respecto a ciertos temas, históricos más que nada. Ya cuando yo era piba los pibes no sabían nada de nada. Y ahora que lo pienso un poco, a estas alturas el término "política" aplicado a nivel nacional y haciendo referencia a la toma de decisiones que implica, no sé si se ocupa tanto de esos aspectos. Entonces, podemos decir que en realidad, nunca hice nada con respecto a la política.
Y hoy, tengo que decir, que presiento que se viene un grandísimo escenario de nuevo. Pero esta ya es otra obra, aunque mucho tenga que ver con la anterior. Digamos que considero una cagada al hecho de hoy. Y dando vueltas por algo un poco más allá de eso, se me vienen muchas dudas a la cabeza. Quizás la principal de todas esas dudas sea la que menos me califique como una buena persona, aunque más de uno debe preguntárselo. Entonces: ¿Y Carlos Saúl, para cuándo?

martes, 26 de octubre de 2010

De trenes, de salvajes, de pies limpios y de agua de río

Cuánta gente parecida a otra gente vi hoy en el tren. Pensar que todos funcionan de la misma manera. Mucha gente que ve tan poco, y mucha otra que ignora tanto.
Por algún motivo recordé a aquel salvaje. Ese que iba sin camisa y con barro en los pies. Y ya está domesticado. Pensar que todo funciona por un mismo capricho.
Por algún otro motivo, ya no me acuerdo tanto del que ni siquiera sueña con ser salvaje. Siempre tuvo los pies limpios.
Y yo extraño la desnudez de pies y bañarme con agua de río.
Cuánta gente parecida a tanta otra gente.
Ser humano, bicho raro si los hay...

Ese que pasan a la noche y bailan y qué sé yo...

Supongo que debería alegrarme de verlos reir. No sé. No estoy segura. Pero veo toda esa escena: risas, golpes de puño cerrado contra la mesa, sacudida de brazos, revoleo de pies. Carcajadas, puras carcajadas.
Supongo que debería alegrarme de verlos reir. Pero, muy lejos de eso estoy. Es que yo les juro que ese programa me causa tristeza, así como también todas las producciones que vayan de la mano con eso.

viernes, 22 de octubre de 2010

Total..., tenés tiempo de sobra

Cada día es todo más simple. Cada día la gente se vuelve más idiota y dependiente. Y ya existen cacerolas con lucecitas que te avisan cuándo el agua hierve. Hay aparatos que te sacuden los músculos con electricidad, así ni siquiera tenés que molestarte en hacer algo.
¿Cómo puede ser..., cómo es que..., qué carajo...? Es que me genera ganas de hacer tantas preguntas retóricas que no puedo ni..., nada. No sé. No lo llego a comprender.
¿De qué te sirve hacer todo tan rápido? ¿De qué sirve tener todo tan servido? ¿Te ahorra tiempo? ¿Y con ese tiempo qué vas a hacer? ¿Vas a trabajar más? ¿Vas a estar más tiempo conectado? ¿Vas a poder, no sé..., mandar más mensajitos de texto?
Quizás y solo quizás, lo que ocurre es que yo soy una persona que disfruta de ciertas cosas simples. Y bueno, no tengo ganas de que cada objeto sea capaz de encargarse de hacer todo por mí. No me molesta chequear el agua a ver si ya está para poner los fideos, por ejemplo. No me molesta ir al gimnasio y hacer ejercicio. Por el contrario, son cosas que disfruto. Son ratos que me los puedo tomar para mí. Así como cuando me tiro a leer un libro, o me siento a escribir en mi cuaderno, o me pongo a pelotudear con la perrita.
Si te lo ponés a pensar, en definitiva, uno termina por ser un inútil. Y el ser humano termina por ser subestimado por el propio ser humano.
Hay cosas que, realmente, no tienen razón de ser. Creo que eso de querer simplificar todo ya se nos ha ido de las manos. Entonces, uno ya podría preguntarse qué gracia tiene todo esto.
Y es que..., ¿para qué querés vivir tanto tiempo si podés hacer todo tan rápido?

jueves, 21 de octubre de 2010

Pánico y siembra

A veces veo todo como si fuese un grandísimo escenario. A veces, asumo que es todo un plan macabro. Tanta gente que planea, organiza y hace negocios con lo que pasa todos los días. Y tanta otra gente que ni puede llegar a razonar un porqué de cada cosa que le pasa todos los días. Como obra literaria —entendiéndose por ello, también, como cinematográfica y/o teatral— podría ser estupenda. Y es que Buenos Aires es salvaje y más aún, las mafias que la componen.
Se siente como si el aire se hubiese hecho espeso. Curiosamente, el clima se adapta a las circunstancias. Se aproxima una especie de colapso, se puede sentir el aroma a colapso.
A veces se ve todo como si fuese un grandísimo escenario. Quizás, en ese momento, alguien decide que, para mantenerse dentro de los planes fríamente calculados, es necesario hacer un sacrificio. Y entonces un dedo aprieta el gatillo, la bala se dispara y un cuerpo cae. La ciudad se paraliza una vez más. Ya ha pasado. Seguramente vuelva a pasar. El plan se mantiene, el sistema funciona. Pueden volverse muy turbios los buenos aires.
El caos. En algún momento llegará el verdadero caos, total y completo. Y todos lo esperaremos, ansiosos por el cambio. Pero..., ¿no les da un poco de miedo?

domingo, 17 de octubre de 2010

El día D

Los domingos me gusta darme algún que otro gustito particular.
Digamos que la semana llega a pesarme un poco. Y por más fisura que pueda llegar a pintar un domingo —haciendo referencia a dicho peso—, un gustito da para darse. En mi casa suele ser un gusto hasta te diría compartido.
Al mediodía hay pastas, por lo general, rellenas; después hay algún postrecito —en ocasiones como las del día de la fecha, suele ser uno interesante— y al ratito un cafecito molido. Durante toda la tarde, cada uno en la suya. Suele darse que naturalmente "en la suya" se vuelva "en las nuestras" —que pueden ser muy divertidas—. Y a la noche se cena lo que sobró del mediodía, siempre y cuando se tenga ganas. Nadie se ocupa de la cena.
Esa sensación de domingo en mi casa me genera como una dosis de onda en el ánimo. Entonces, por más fastidioso que pueda transformarse un domingo, pienso: "al fin y al cabo fue domingo".
Bueno, y nada. Colgué con el domingo. Ponele que si se tiene que venir alguna al mejor estilo "Apocalpsis", mataría que fuese un domingo.

jueves, 14 de octubre de 2010

A esas alturas

Muchos se han sentido identificados. Muchos otros les han puesto cara —una cara redonda al parecer—. Podríamos decir que sería fácil identificarse, y también podríamos admitir como una posibilidad la puesta de cara —redonda, claro—.
Cada una de ellas es persona, y asumo que toda persona podría sentirse, en algún momento de su vida, de la misma manera que se mostraron ellas cuando las presenté.
Aprovecho esta oportunidad para aclarar que yo no soy ellas. Yo no soy Sole, tampoco soy Luci Dulci, tampoco soy Clemen y tampoco soy Vicki. En algún lado lo aclaré: las entiendo, sé de lo que hablan, comprendo qué les pasa y cómo se sienten; pero no soy ellas.
Cada una tiene su historia y sus motivos. Cada una se plantea las cosas de una manera un tanto horrible y otro tanto melancólica. Quizás, y por lo que puede extraerse de cada texto, eso sea lo único que tengan en común.
Tengo que decir que las considero particulares personajes. Pero más particular que ellas, fue aquél día...
Aquel día había sido uno de esos en los que la ciclotímia del clima da por resultado el paso de lluvia a sol y de sol a lluvia apróximadamente cada diez o quince minutos. Podríamos decir que, finalmente, ganó el ánimo de verano, más o menos, a eso de las siete de la tarde.
Todo pasó en una esquina. Un cruce de cuatro caminos que, si bien de distintos puntos de partida y de distintos destinos, algo tienen que ver entre sí. Y no sé si me refiero a las calles.
Podría describir hasta el más mínimo detalle de todo ese escenario. Pero no quiero irme por las ramas. No quiero decir nada de aquella casa de colores de otoño; o de la que la enfrenta con paredes de ladrillo; o tampoco de la otra casa blanca con la pintura descascarada; y por ende, tampoco de aquella otra a medio construir y a medio abandonar.
Y en ese mismo orden venían ellas. Soledad, por la cuadra que bordeaba el lado derecho de la casa otoñal. Luci Dulci, por la vereda derecha de la casa de ladrillos a la vista. Clemen, por la derecha de la casa de descascarada pintura blanca. Y finalmente, Vicky por el costado derecho de la casa a medio construir y a medio abandonar.
Como si esto fuese ficción, como si se lo hubiese ensayado, las cuatro caminaban a la misma velocidad y direccionadas hacia el mismo destino: el cruce de las dos calles de las cuatro casas. Entonces, lo particular se hace presente en el instante en que las cuatro llegaron a las correspondientes esquinas y frenaron. Y la ciclotímia del clima volvió a desparramar unas cuantas gotas de lluvia.
A esa altura de las circunstancias, y mirandose las unas a las otras, todo se mostró muy claro, como si para cada una de ellas, las otras tres representaran un espejo de alguna realidad. Hubo un trueno ensordecedor.
Entonces, Soledad quiso estar sola. Lucía Dulcinea quiso dejar de respirar. Clementina no sintió ni una culpa. Y Victoria no se sintió un fracaso.

sábado, 9 de octubre de 2010

Este sábado parece domingo

Que de vez en cuando está bueno sentarte a jugar al ajedrez con tu enemigo.

Digo, por algo el otro tiene algo tan importante como para que puedas titularlo tu enemigo.

Ezboso de algún que otro cuelgue

No sé en qué parte de los números podría caber semejante definición. Realmente, no tengo ni la más puta idea. Pero ponele que se pueda... Y ahí sí, yo creo que te diría que, tampoco sé si yo lo denominaría de esa forma —considerando en este momento que todavía no pasó ni la mitad del tiempo en esta condición—; sí lo definiría como un plan indefinido de buenaondez.

lunes, 4 de octubre de 2010

Victoria se siente un fracaso

Victoria tiene planes, tiene ideas, tiene ganas. Es una reciente mujer —ya no se considera chica— con bastante potencial.
Vicki tiene muchos recursos, pero las circunstancias no la dejan avanzar. Y eso la cansa. Victoria está cansada.
—A esta altura, yo debería estar en otro lado —susurra cuan si fuese un suspiro de resignación que da mientras se desploma en su cama de plaza y media.
A la hora de dormirse, ella repasa su día y saca la cuenta de todas las cosas que hizo para ver si puede dar un paso adelante en sus planes. Lamentablemente, todas las noches se ve obligada a llegar a la conclusión de que sigue en el mismo lugar. Para Victoria el tiempo pasa, la que no pasa es ella.
Un suspiro nocturno es capaz de convertirse en llanto. No tanto llanto, dos lágrimas son suficientes. Victoria piensa que llorar más de dos lágrimas es perder tiempo valioso. Victoria necesita saber que, aun dormida, sigue peleando.
A Victoria le quedan cada vez menos ganas y cada vez más deseos. Los deseos no son suficientes y Victoria se siente un fracaso.
Todas las mañanas cuando abre los ojos, piensa en nuevas ideas y se promete con ansias que esa misma noche se podrá tachar algo de la lista. Pero eso no pasa. Victoria quiere tachar listas y solo puede tachar horas.
Victoria realmente tiene ganas pero, a su criterio, eso es todo lo que tiene.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Tengo memoria para las fechas

Puedo enumerar algunas.
Un 27 de septiembre mi papá se fue a vivir a Canadá.
Un 02 de octubre recibí un beso que no esperaba recibir.
Un 25 de febrero entendí lo sola que estaba.
Un 12 de marzo empecé a fumar.
Un 17 de diciembre toqué el piano delante de mucha gente.
Un 01 de agosto alguien publicó en internet una canción que fue escrita para mí.
Un 18 de junio alguien se acordó de que yo me quedé con algo suyo.
Un 24 de octubre pisé por última vez la casa de Belgrano.
Un 11 de noviembre alguien me robó un beso en la puerta de una pizzería de Lavalle.
Un 14 de octubre alguien confesó no amarme.
Un 22 de enero mi hermano mayor me dio la bienvenida al mundo.
Un 06 de noviembre sentí la náusea por primera vez.
Un 07 de noviembre le puse cara a la gente de mentira.
Un 15 de septiembre le dije a alguien que me gustaba.
Un 05 de abril fui a lo de una amiga porque necesitaba llorar.
Un 16 de julio entendí que no podía seguir al lado de una persona.
Un 11 de marzo me resigné.
Un 16 de agosto tomé una muy mala decisión.
Un 11 de octubre pensé en mí.
Un 13 de enero alguien me mató con una oración.
Un 14 de noviembre conocí a una persona hermosa.
Un 19 de diciembre pasé la noche en una comisaría y fue muy divertido.
Un 12 de abril mandé a la mierda a alguien.
Un 07 de enero me di cuenta de que yo ya no era igual.
Un 14 de marzo amanecí al costado de una ruta.
Un 12 de julio di un abrazo que dijo más de lo que ya había dicho yo.
Un día como el aquel, crei haberme dado cuenta de que nada de todo esto era relevante; de que, a esa altura, no quedaba nada de todo ello; de que a nadie le importaba de lo que yo me acordara y de que solo una gran pelotuda como yo podría sentarse a escribir algunas de las fecha que recuerda.
Y un día como hoy me doy cuenta de que es más relevante que muchas otras cosas que están ahí y acá "juntando polvo".
En alguna medida, somos lo que nos pasó.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Los dos más parecidos

Los dos más parecidos se fueron el mismo día. Claro que lo hicieron con años de diferencia. Aunque los años puedan traducirse a "una semana".
No pidamos un pronto regreso. Pidamos un regreso que sea copado. Y si no es regreso, que sea encuentro. Pero siempre uno que sea copado.

Clementina se siente culpable

Clementina tiene todo lo que una mujer de su edad tiene que tener, e incluso más. Realmente no tiene mucho de qué quejarse. Pero todas las cosas hermosas que tiene son opacadas por una sola cosa: Clementina es dócil, demasiado.
Dentro de su altruismo, es cobarde. Y por sus miedos a lastimar al resto, se olvida de ella.
—A esta altura, quisiera poder perdonarme y no olvidarlo —dice, envuelta en una toalla, delante del espejo empañado.
Clementina tiene ganas de limpiar todas sus ajenas culpas de la misma manera y con la misma facilidad con la que remueve las gotas que visten su cuerpo con una toalla blanca. Pero las culpas no se van. Y a diferencia de cierta gente con aceleraciones, Clementina solo pisa el freno.
Clemen vive los deseos de otros y pide perdones que no le corresponden. Ella no quiere admitirlo, pero se sabe conformista.
Cada vez que pide perdón, siente la necesidad de darse una ducha. El espejo empañado es su único confesionario, y solo lo es porque no refleja bien, en realidad. Clementina nunca desempaña el espejo después de darse una ducha.
Clementina se siente mal por no ser ella la dueña de las culpas.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Dulce Lucía Dulcinea

Lucía Dulcinea, muchacha que casi caso omiso hace a su segundo nombre. Menos edad de la que lleva a cuestas aparenta, por sus delicados rasgos y sus rizos que caen a un costado. Pero eso es todo lo que tiene de dulce.
De haberla usted conocido a Lucía Dulcinea...
Lucía Dulcinea no sabe exactamente lo que es llorar. Sabe que lo hizo alguna vez, pero no tiene recuerdo de haberlo hecho, mucho menos de lo que se siente.
—Él tampoco me sirve. A esta altura, ya debería estar en la basura —, dice en voz baja mientras apoya con desprecio papeles en un escritorio.
Ante todo demuestra indiferencia. A Lucía Dulcinea lo único que le importa es satisfacer el capricho del momento. El resto no existe. Ni pasado ni futuro ni nadie más. Ella y su presente es todo lo que entiende por real.
No guarda rencores ni tampoco recuerdos. No tiene melancolía ni una meta determinada. Lucía Dulcinea vive acorde a sus caprichos. Lo que atras queda, muere. Y de lo que vendrá se ocupará cuando corresponda.
A Lucía Dulcinea no le importa si otro deja de respirar, siempre y cuando no esté dentro de sus necesidades del momento. Que otro deje de respirar no afecta a su respiración, mientras ella respire nada más importa. El resto es solo un acompañante del contexto. Tampoco se preocupa por saber que ella dejará de respirar algún día. Ese día no es hoy.
A Lucía Dulcinea no le molesta dejar de respirar, le molesta que dejar de respirar no le sirva para su capricho del momento.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Cosa difícil de hacer

Y seguramente, ustedes aportarán miles de ejemplos.
—¡Cálculos de estructuras! —, gritan desde el fondo.
—¡División molecular! —, se oye desde un costado.
—¡Operar a corazón abierto! —, desde el frente, alguien grita.
—¡Aprenderse un solo de Hendrix! —, dice desaforadamente alguno desde un rincón a la izquierda del salón.
Y si es por seguir ejemplificando, podríamos estar todo el día, o incluso más. Pero, les pido un poco de humildad. Les pido que no se vayan tan lejos. Seamos más simples.
Cosa difícil de hacer: caminar con alpargatas sobre un piso mojado.

Por un poco de humor

Hizo un chiste. Rió.
Dio la putísima casualidad de que coincidía en tiempo, acción y espacio con cierto hecho real.
Lo culparon de un crimen que no cometió.
Ahora vaguea por el repudio y por la deshonra. Nadie le cree, nadie le creerá.
Hasta él se cree culpable. Hasta él se repudia y se deshonra.
Y no volvió a reir.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Mil veces lo dije

Podría yo decir mil veces que me suicidé y creo que de todas esas, solo unas pocas —me atrevería a decir que ninguna— usted podría entender de qué se tratan. Va más allá del sustantivo "suicidio" y va muchísimo más allá del verbo "suicidar" y de todas sus conjugaciones.
Yo puedo decir mil cosas que usted no podría comprender. Incluso podría darle un sentido equívoco. Y esto ocurre por una cuestión básica: poco y nada sabe usted de mi vida y de mis formas.
Y respondo: ¿cuántas? Bueno, que usted sepa, ninguna.
Uno más o uno menos, no importa. No hace diferencia. Pues usted sigue siendo para mí lo que yo dije que era, durante alguna mañana de sucesos inexplicables y casualidades absurdas. No malinterprete, pues aquello sigue siendo una verdad, así como también sigue siendo una atracción.
Podría usted decir mil veces mil cosas con respecto a nada o con respecto a todo. Y yo podría hacerme cargo o no. Jugar con las palabras es gratis, siempre y cuando nadie salga malherido.
Digamos que este texto no tiene razón de ser. Pues, yo podría hablar con mis formas y usted podría malinterpretarlo. O así, usted podría decir mil cosas y yo no hacerme cargo.
Yo no fui la que se desvaneció en el sueño. Solo dejé que usted pudiera respirar en paz. Eso no significa que yo haya muerto. Pero, entiendo que ya no importa. Quizás me hice cargo o quizás malinterpreté. Asumo que usted dijo que ya no importaba.
Las cosas se hacen de errores. Y por errores se deshacen, también.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Descamisado domingo

Si él estuviera cerca y muy mal y muy bien comunicado, yo le podría decir que escuché la avioneta pasar a la madrugada.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Cómo sé que no morí

¿Cómo sé que no morí?
Hace horas que no veo a nadie.
Lo último que recuerdo fue que apagué las luces, me acosté en la cama y le di play al genial y fantástico concierto del cielo.
¿Cómo sé que no morí? El último contacto que tuve con gente fue por medio de la computadora. Y, ¡vamos!, tranquilamente podría no ser real. No vi a quien tenía que ver ni hablé con quien debía hablar. ¿Y si morí cuando me fundí? Me sentí fundir, y como para no fundirse con esas voces y la oscuridad y la cama y el piano y el fin...
Cuanto mínimo, ¿cómo sé que esto no es un sueño? Cuántas veces he mezclado sueños y realidades. ¿Cómo sé que no estoy en una especie de "noche boca arriba"? Bueno, eso es fácilmente descartable. Yo no soy ni seré nunca tan interesante como los personajes que Julio creaba. Si quiera soñarme creación de Julio sería creerme mucho más de lo que soy.
¿Cómo sé que no estoy en algún más allá? Allá (o acá) podría escucharse la voz de Janis sin ningún problema. También me podría fundir.
Pero asumo que no morí.
En caso de haber muerto, supongo (y espero), estaría haciendo otra cosa más divertida, o por lo menos más particular, y no así, limándome las uñas ni leyendo un mensaje de quien tenía que ver o respondiedole otro mensaje a la persona con la que debía hablar.
El tiempo ajeno afecta al propio. Si otra persona hubiese sido puntual, yo no estaría dudando de mi condición de viva.

Nos cruzamos en diciembre

Y recuerdo que por agosto le dejé dicho algo (seguro que todavía no se enteró) que tenía que ver con lo que dijo en junio sobre aquello que había pasado en abril, siempre bello abril. Y que bastante relacionado estaba con el enero anterior.
Septiembre ya casi va por la mitad.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Cuarto día y contando...

Como cuando de la nada pasás a una brusca e inesperada soltería —aunque nunca nada de esto es realmente repentino; siempre hay antecedentes; el punto de quiebre es otro en verdad y la ruptura es la manera que queda para dejar de caretearla—. En la..., ¿"desesperación"? No, mejor sería "desesperanzación"..., o mejor dejémoslo en la "angustia" y el "despecho". Sí, ahí me gusta más. Entonces, en la angustia y el despecho, intentarás salir corriendo a los brazos de algún alma caritativa que pueda darte un poco de consuelo.
Terrible error, corazón. No es cuestión de reemplazar, es cuestión de aprender a convivir con la ausencia.
Y todo eso se asemeja, en alguna medida, a dejar de fumar.
Semana y media de decisión tomada. Cuatro honestos días y contando..., vengo bastante bien.

martes, 7 de septiembre de 2010

Violencia Kikas

Muchas de las cosas que escribí en este blog, hoy, me dan asco.
Y va más allá de que hoy sea uno de esos días en el que te empiezan a doler las tetas; o en el que la mocosidad preprimaveral rompe las pelotas con eso de no dejarte respirar como correspondería, la puta que lo parió.
Asco, dije.

sábado, 4 de septiembre de 2010

El cuento de la Vieja Pipa

—Me tengo que ir, porque tengo que ir al cotillón y a llevarle los papeles a la de Avellaneda, pero fijate que va a venir tu prima, así que si viene, le enchufás esto y le decís que dije yo que después la llamo, porque me tengo que ir, que tengo que hacer muchas cosas y además tengo que pasar por...
—Bueno, ¿a qué hora vas a volver, má?
—Y mirá, tengo que ir al cotillón, y después a llevarle los papeles a la de Avellaneda, después tengo que ir a la mercería y de ahí voy...
—Pero, yo no te pregunté a dónde tenías que ir, te pregunté a qué hora ibas a volver.
—Pasa que tengo que ir al cotillón, y después llevarle los pa...
—Vieja, ¿a qué hora vas a volver?
—Bueno, yo te digo que tengo que ir al cotillón y desp...

Mi madre y la impotencia sexual: historias de nunca acabar.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Soledad no quiere estar sola

Soledad no tiene ganas de volver al pasado. Ella solo quiere ver cómo pasa el tiempo y como este afecte su vida.
Soledad piensa en muchas cosas que quisiera y en muchas cosas que ya no quiere. Y admite cuando sola no puede.
Soledad no quiere estar sola, pero tampoco quiere estar con gente.
—A estas alturas, quizás él tenga los ojos podridos —piensa mientras mira al árbol desnudo delante del cielo gris a través de la ventana.
Cada vez que se extiende para poder agarrar ese aparato que tan bien y tan mal la comunica, recuerda cómo fue y, automáticamente, sabe cómo será. Entonces no agarra el aparato. Y vuelve a mirar por la ventana.
Soledad no se siente mal. Vive bien, se divierte, ocupa su tiempo libre de la forma que quiere. Quizás lo ocupe demasiado, y ya no tenga tanto tiempo libre como para tirarse en el piso, al costado de la cama, para mirar el techo y encontrar nuevas marcas de polvo o alguna telita de araña que no había visto todavía.
Pero Sole se quiere ocupar porque no tiene ganas de frenar. Frenar implicaría pararse delante de ciertas realidades. Más fácil es pisar el acelerador y seguir de largo. De esa forma, quizás el tiempo pase y todo aquello quede lejos de ella. Soledad quiere que todo aquello quede lejos de ella.
Pero algún día Soledad tendrá que frenar. Soledad sabe que tendrá que frenar, solo que no todavía. Y no todavía porque tiene la esperanza de que para ese momento en que se vea obligada a pisar el freno, todos tengan los ojos podridos.

lunes, 30 de agosto de 2010

Se asoma el domingo

Otro desnudo post ducha post ejercicio.
Desnudo post limpieza de esfuerzo.
Y otra vez el tango no se entona en esta pieza.
Aunque yo estoy nueva. Cansada, pero nueva.
Una especie de terapia de grupo y una cuenta regresiva a los gritos.
Les juro que me siento renovada.

sábado, 28 de agosto de 2010

El demonio rasguña mi puerta todas las mañanas

El demonio rasguña mi puerta todas las mañanas.
Me habla desde el otro lado, quiere mi alma.
El demonio rasguña mi puerta desesperadamente,
quiere que le abra, quiere que me rinda.
El demonio rasguña mi puerta inagotablemente.
Trata de convencerme de que le dé mi alma.
El demonio no se cansa, no se rinde, no se va.
El demonio se queda y espera, espera que le abra.
El demonio desespera y ya no rasguña, no rasguña.
El demonio no aguanta más y golpea, golpea.
El demonio victorioso salta con asnias sobre mí y...
Y entonces me despierto, me tapo toda la cabeza y le digo:
"Perrita, la puta que te parió".

miércoles, 25 de agosto de 2010

Cebollas y ajo

Hacerte poema, hacerte canción.
Dedos de cebolla. Ojo con ajo.
Hacerte problema, hacerte omisión.
Letras chiquitas. Verbo tachado.
Y que en mi lecho preferido,
venga el sueño y hagamos el amor.
Conciliarnos en un acto de piso.
Lecho tachado. Amor preferido.
Piso. Verbo. Cebollas. Ajo.

Callao, Amor/Odio, Pueyrredón...

A las 8:30 se bajan todos. A las 12:30 se suben todos. Incluidos en este último horario, los grupitos de muchachos y muchachas recién saliditos del colegio llevando consigo toda la euforia que esa última acción les deja.
Y a mí siempre me queda un tramo más...

Lata y loteria

Lo interesante del juego
es saber de antemano
que uno puede perder.
Miedo y adrenalina.
Las magias del azar,
lata y loteria.
Lata ya tenía.
Descubrime,
mientras juego.
Dame miedo,
Loteria.
¡Bingo!
El azar es caos.

lunes, 23 de agosto de 2010

Salteame sal ame

Salado almuerzo. De esos que te sacan el hambre de mundo por delante. Pero te dan otras clases de hambre..., o sed. Porque es salado. Bien salado. Y yo podría morirme tranquilamente de un alto pico de presión.
Pero tiene que cuidarse, Ivana. Tiene que cuidarse. Esta vez, no tiene tiempo ni espacio ni piso para caerse muerta. Un sano mundo por delante y sal sin sodio.
Sal, sal, sal. Saltearlo es más difícil que dejar de fumar.

jueves, 19 de agosto de 2010

Tocarte me duele

Desgracias absurdas que pasan todos los días.
Si de culpas hablamos, podríamos irnos al carajo.
Pero uno nunca tiene la culpa. Uno nunca es el boludo.
Y te cortás la llema del dedo índice de la mano izquierda con el borde de la tapa plástica de un dulce de leche.
Qué boluda la tapa.

Satisfalacia

Si fuera por mí, en este momento estaría durmiendo. También estaría trabajando en otro lugar. También estaría viviendo sola en otra casa... Y podría seguir. Pero como esto sí es por mí, no quiero, ergo, no lo hago.

Pánico y locura en el orden cotidiano

Entre el cosmos y el caos, me quedo con el caos.
Entonces, empiezo a tirar equipajes en el pasillo de un avión en pleno vuelo y a punto de aterrizar de manera poco práctica en el medio algún océano.
Quilombo, he dicho.

miércoles, 18 de agosto de 2010

From the top, people

Esta mañana, camino a clase, pensé en darle unos días libres al blog. Lo noté un poco deprimido este último tiempo. Cada vez que lo leia, notaba el poco ánimo que tenía. Y lo último que reprodujo..., pobrecito, fue demasiado.
Así que, decidí darle unos días. Pero justo cuando terminé de pensar la idea, me di cuenta de que él no tenía la culpa.
En el bondi me hice unos de esos planteos cuasi existenciales. Y el subte fue quien decidió finalmente. Durante las dos clases de hoy, hice cosas de clase..., y dormí, como todos los días que curso, claro.
En fin..., la cuestión es que llegué a la oficina, me puse el casco blanco y di la orden de levantar todo de nuevo. Este año hubo muchos veranos. Y este blog ya se tomó como dos años sabáticos en alguna época de la vida.
Entonces, allá se va la nena esa que me traje de Canadá. Se va adentro de una caja llena de agujeros y una leyenda en la tapa que dice: "Devolver al remitente".
Ahora sí, cemento y ladrillo.
Otra vez, inasequible.

lunes, 16 de agosto de 2010

K.O.

Cayó de trompa.
Venía esquivando algunas trompadas. Solo algunas. Otras entraron de lleno. Y bueno, llegó un punto en que no pudo más. A los golpes sumale el cansancio de la pelea misma y ahí tenés el resultado. Se morfó el piso de una manera..., aunque, he visto mejores caidas.
Un garrón para los apostadores.


Lo triste de esto es que usted no sabe que yo estoy hablando, entre otras cosas, de mi autoestima.

domingo, 15 de agosto de 2010

Instrucciones para continuar tranquilamente con una especie de vida

Y así decidís abrirle la puerta a la persona que más te partió al medio con solo unas palabras. Y a su paso, tirás pétalos de rosas, a modo de homenaje y a sabiendas de que no hay mal que por bien no venga.
En seguida, o incluso antes, conocés gente nueva y aprendés cosas nuevas. Detalles. Mínimos detalles.
Y finalmente, un domingo al mediodía en el que te toque ser la anfitriona del almuerzo familiar que consta, religiosamente, de pastas y café; ponés en práctica tus nuevos conocimientos. Al agua de los fideos le ponés una onda diferente y a la salsita le ponés algún condimento de esos que siempre quisiste ponerle a algo y nunca tuviste la oportunidad.
Experimentar, tanto en la vida como en la cocina. Y darle amor en forma de comida, que es el que más llega al alma, a tus hermanos.
Y entonces, ya está. Ya no importa lo que siga. Porque en la introducción más corta de la historia que me dio de él ya me enseñó algo nuevo.

lunes, 9 de agosto de 2010

Veinte porqués

Como si estos días fuesen tango. Mejor que sean milonga.
Y que venga a sacarme a bailar.

Diecinueve porqués

Hacerse el langa y tirar la primera piedra:

Esa canción es de resentida.

Ese comentario es de persona a la que le cantarían esa canción.

jueves, 5 de agosto de 2010

A los lobos

No les daré el gusto de servirlos de mí.
No los dejaré ver sus dientes empapados de mis sangres.
No es un desafío, inagotables cazadores,
mas si quieren carne cruda, venganla a buscar.

Parece a propósito

Me pregunto si habrá llovido el día que nací. Realmente, parece a propósito.
Y la verdad es que no sé con qué fue. Un cuchillo, quizás. No sé. No llegué a ver. Cuando me abrazó parecía no tener nada en las manos. Y fue por la espalda. Siempre es por la espalda. Nunca se animó (ni él ni nadie) a apuñalarme por el frente y mucho menos mirándome directo a los ojos.
Parece a propósito. Llueve, como todas las veces que he vuelto a nacer. Para mi sorpresa, también hay sol.
A porpósito, todavía nadie me ha visto morir.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Solución momentánea

Quería no tener que ver más esa cara.
Quería que desaparezca, se vaya, se esfume, no sé. Pero que no volviera nunca.
Tenía ganas de que no quedara más nada de ese ser. Me molestaba. Me molestaba tanto.
No aguantaba esa mirada. No toleraba más esa presencia.
Tenía ganas de destruir todo lo que fuera suyo. Tenía ganas de que no se presentara nunca más ante mis ojos.
Llegué al punto de no aguantar más. Me había saturado. No pude más.
Y rompí el espejo.

Y un tango de sombrero


Cuando quieras nos reiremos, corazón.
Cuando quieras, bajo el farol de la esquina.
Cuando quieras nos reiremos, corazón.
Cuando quieras, al costado de la vía.

martes, 3 de agosto de 2010

No está

Se siente una suerte de melancolía. Y se asoma una tormenta de esas que me generan ganas de esconderme entre las sábanas y no volver a asomarme a la luz. Lo más cercano, quizás, a volver al sagrado y protector vientre materno.
Acá, allá. ¿Qué diferencia hay? Si total...

Dieciocho porqués

Julio los prepara y agosto se los lleva. Se mueven los numeritos del contador.
Agosto, perra, perra, perraaaaaaaaaaaa..., hubiese dicho Luca.

viernes, 30 de julio de 2010

Viaje al Campo de frutillas III, 12.ª entrega

La noche pudo haber sido característica de Montreal, pero una resaca es una resaca acá y en cualquier país del mundo.

El 45 siempre me dejará cerca de algún hogar familiar.

Y con gritos de desesperación doy vueltas y giro y quedo de cabeza y después de costado y arriba y abajo. Muy rápido, muy rápido. Y cielo y piso, muy rápido. Vuelta y vuelta y vuelta. Ronda, ronda, ronda. Todo eso, como cinco veces. Y esas cinco veces, después de la resaca, esa que es universal.

jueves, 29 de julio de 2010

miércoles, 28 de julio de 2010

Viaje al Campo de frutillas III, 10.ª entrega

Cada tanto me gusta utilizar palabras ajenas para decir cosas propias.

Me transformé en niño, volví a nacer.
Regué y creció una nueva era.
Tomé el camino pa' envejecer
sabiendo que allá no hay problemas.
Me vas a ver caminar, me vas a ver florecer.
Voy a pedirte perdón si no pudiera volver.
Gaurí Gurú

Por favor, llámelo intertextualidad y no plagio.

Travesura de grande. El Truco es como la vida misma.

martes, 27 de julio de 2010

Viaje al Campo de frutillas III, 9.ª entrega

Safar del invierno puede resultar ser incluso más frío.
Y después de todo el día de hoy no tengo mucho para decir. Hoy fue mi entierro.
Me queda menos de una semana para estar con nadie en la nada. Y cuando me fui tuve menos miedo que el que tengo ahora por volver.
Canadá sigue teniendo su aroma particular.

lunes, 26 de julio de 2010

Viaje al Campo de frutillas III, 8.ª entrega

Podría plantear lo siguiente con alguna especie de comparación. Cuando uno se va ocurre algo similar a lo que sería encontrarse solo parado en el medio de la nada. Entonces la materia empieza a separarse. Las partes se despreden del todo, paulatinamente. Para mantener un poco el orden en el medio de todo ese caos, una parte del todo asume algún poder y comienza a gobernar. En mi caso, fue la peor parte.
Pero puede ocurrir lo que se ha visto en mi mismísimo ser como claro ejemplo. Y entonces, pasado un tiempo, el todo comienza a restaurarse. La materia se une nuevamente. Magicamente, uno entra en razón. Y la vergüenza que se siente por todo lo que uno hizo en ese tiempo de caos es inmensa.
Por eso, tomo este espacio para pedir las disculpas correspondientes. Y a esa pequeñura de personita, quisiera decirle que fue la que más falta me hizo y me hace en este viaje.

domingo, 25 de julio de 2010

Viaje al Campo de frutillas III, 7.ª entrega

Tiraría este encendedor a la mierda. Pero no de la misma forma que tiraría ese anillo.
Hoy no hay tiempo, señores.

"Denuncia de anhelo, hoy presento mi renuncia".

sábado, 24 de julio de 2010

Viaje al Campo de frutillas III, 6.ª entrega

Hubo unos cuantos estallidos en el cielo. Y unos cuantos estruendos en alguna habitación de al lado.
Ver gente personificada en ser humano puede ser traumático.
¿De qué lado me ubico? La objetividad puede ser cruel. Quizás esa sea una explicación válida para ciertos pasados.
Cómo cambia la imagen cuando se la mira bien de cerca.

viernes, 23 de julio de 2010

Viaje al Campo de frutillas III, 5.ª entrega

Adquirir una independencia electrónica. Frívolo como suena puede incluso ser liberador.
Un expresso en Montreal.
También se pudieron ver de cerca algunas costumbres joviales del lugar. Y es en ese momento cuando uno tiene ganas de sentirse como en casa. Pero eso no pasa.

martes, 20 de julio de 2010

Viaje al Campo de frutillas III, 3.ª entrega

Como cuando uno viene refunfuneando por lo bajo, quejándose de todo, pensando en todas las cosas que tiene para decir, y finalmente cuando llega, se queda callado.

Canadá tiene un olor particular. O puede que sea solamente el aroma a verano lejano. De cualquier manera, faltan sentidos para saberse completo.

Ciertos mosquitos pueden robar gran parte de uno. O es uno el que puede robarle la vida al auténtico ladrón de almas.

lunes, 19 de julio de 2010

Viaje al Campo de frutillas III, 2.ª entrega

Aeropuerto de México.
Hay cierta universalidad en los aeropuertos. Una forma de hacerlo sentir bien a uno, casi como en su aeropuerto amigo del barrio.
Se me hace frío, se me hace gris. Quizás solo sea por la perspectiva general de este viaje.

domingo, 18 de julio de 2010

Viaje al Campo de frutillas III, 1.ª entrega

Despegué.
No sé con qué mierda de mí me encontraré en este viaje.
El tiempo juega conmigo de muchas formas. Y no a todas las logro comprender.
Se me tapan los oídos mientras subo. Doy un trago de saliva para liberar la presión. La ventana solo me muestra tormentas, como la de esta mañana, pero desde otro punto de vista. Claro, como lo de esta mañana... ¿Qué fue lo que pasó esta mañana?
A estas alturas, los oídos se destapan solos; y los veintidos vienen jodidos. Eso último se notó de entrada.

sábado, 17 de julio de 2010

Y un nudo en la garganta

Cuando uno siente la necesidad de repetir viejas palabras, se nota lo retrógrada de actuales circunstancias.
Si no hay tiempo, no hay nada. Y si hay tiempo, quizás haya solo eso.
El tiempo solo. Uno ya se cansa de ciertas soledades. También se cansa de ese nudo.

Dieciseis porqués

Es veneno puro. Pero yo soy suicida sin calzado y con boina.

Quince porqués

Que también sea un viaje de autodescubrimiento.
F.F.

Catorce porqués

Todo ser tiene algo de musicalidad.

Trece porqués

Se puede no ser aerófilo y continuar siendo feliz.

Doce porqués

En ese acto me dijo:
—Bien ahí.
Y mi más Andrade se asomó a la luz.

lunes, 12 de julio de 2010

22%

Y sé que haría y haré muchísimas cosas en mi vida. Pero jamás, JAMÁS, jugaría al Estanciero contra un inmobiliario.

jueves, 8 de julio de 2010

Jagged Little Pill

Enough about me, let's talk about you for a minute.
Enough about you, let's talk about life for a while.
The conflicts, the craziness and the sound of pretenses
Falling all around..., all around.
Why are you so petrified of silence?
Here, can you handle this?
Did you think about your bills, your ex, your deadlines?
Or when you think you're going to die?
Or did you long for the next distraction?
And all I need now is the intellectual intercourse;
a soul to dig the hole much deeper.
And I have no concept of time other than it is flying.
If only I could kill the killer.


A.M.

Once porqués

Deliverance's Thursday. Último. ¿Cuánto habrá cambiado desde el primero?
Todavía quedan un par de meses con el árbol desnudo.

viernes, 2 de julio de 2010

Seis porqués

Preguntas poco comprometidas con respuestas poco comprometidas. Eso que pasa todos los días. Y todos contentos.
—¿Todo bien?
—Todo bien, ¿y vos?
—Todo bien.


Mentiras.

Camila, no sabría si odiarla o agradecerle

“Es una equivocación creer que el horror se asocia

inextricablemente con la oscuridad,

el silencio y la soledad”.

H.P.Lovecraft


CAMILA, NO SABRÍA SI ODIARLA O AGRADECERLE



La calle normalmente poco transitada se mostraba resplandeciente por los blancos, rojos y azules que bailaban con el cantar de las sirenas y los murmullos de los vecinos.

El mundo se paralizó y todos los sonidos existentes enmudecieron en el momento en que aquel borceguí abrió de una fuerte patada la puerta de madera vieja y pesada.

Había tanta paz en nuestras vidas

Pero un buen día ella decidió que no era feliz; no, no era feliz. Y se lo dijo todo en la cara, bien en la cara. Lo había cagado con otro tipo, eso había hecho. Y además, decía que él ya no la trataba bien. ¿No la trataba bien? No, ella decía que no. No se sentía amada, Andrés no le retribuía nada. Las palabras que usó, por favor. Y se fue. Con todo lo que él la quería, ella se fue.

Un vacío enorme sintió. Hacía mucho frío. La extrañaba. La verdad era que la extrañaba mucho. Era una gran compañera y quizás él debería haberla tratado más acorde a lo que ella necesitaba. Pero también, Andrés era un tipo muy solitario y no estaba realmente seguro de que ella lo entendiera del todo. Ella necesitaba otro tipo de vida. Seguramente, en algo él la estaba reteniendo. Ella sólo quería ser feliz. Y después de tantos años viviendo juntos… Buscaba su felicidad, no la podía juzgar.

La vida de Andrés siguió tan igual y monótona como lo había sido siempre. Sólo podía sumarle la angustia que sentía al llegar todos los días del laburo, esa maldita oficina, y notar que ella se presentaba ausente. Todavía sentía sus olores. Habían quedado perfumes en la almohada. Algunas noches tenía la necesidad de escuchar su risa o que la cena se decorara con las historias de sus días. Todavía se comía el amague de poner la mesa para dos. Deprimente. Necesitaba sacarse esa contractura, el cuerpo le reclamaba las angustias a su manera. No, no. Lo que necesitaba era salir un rato de ahí. Todas las noches, desde hacía cuatro meses atrás, se repetía la misma historia.

Puerta de madera, chirrido de bisagra. Un pasillo largo y poco iluminado. En él se destacaban los cuadrados rojos y amarillos que componían su suelo. Había unas plantas colgadas sobre la pared izquierda que lo decoraban. Aquella pared alta y otra enfrentada a poca distancia, también alta, lo limitaban y le daban, a su vez, la condición de pasillo.

La puerta que se veía al final era la entrada a la casa de Andrés. Ese trayecto podía cruzarse en pocos minutos a un paso normal, sin ningún tipo de apuro. Claro que para Andrés, cada noche, cruzarlo le tomaba unos quince o veinte minutos. Siempre y cuando no se desplomara en el medio del trayecto. Por lo general, para que eso no pasara, cuando entraba de la calle y cerraba la puerta, apoyaba su cuerpo contra la pared derecha —en la izquierda había plantas y una puerta de otra casa a mitad del pasillo— y, sin despegarse, caminaba despacio hasta el final. Por más que el camino era siempre el mismo y que lo conociera a la perfección —hacía siete años que vivía ahí—, a veces el alcohol afectaba bastante sus sentidos y su equilibrio. Entonces, el pasillo se transformaba en un espiral de blancos, rojos y amarillos que se entremezclaban. Y la gloriosa puerta ubicada al final del recorrido parecía ser inalcanzable.

Finalmente, llegaba Andrés triunfante hacia la puerta de chapa blanca. Abría, cruzaba el patio cuidadosamente y deslizaba la puerta corrediza de vidrio. Lo primero que encontraba era la sala de estar, siempre desordenada. El sillón ubicado en el medio de la sala solía ser el lugar predilecto para desparramarse a modo de festejo por haber llegado a su hogar.

En su sillón, Andrés prefería no pensar en todas las cosas que le molestaban de su vida como, por ejemplo, el tedioso trabajo que realizaba para formar parte de ese absurdo sistema; o también, la ausencia de Camila. Camila, ¿por qué te fuiste? ¿Y de dónde sacaría él una risa tan aguda y simpática o una hermosa, larga y negra cabellera para acariciar después de hacer el amor? Ay, Camila. ¿Con quién estabas en ese momento?, la puta madre. Igual, él prefería no pensar. Y cuando los pensamientos llegaban cuan vómito previo a una resaca monumental, él se daba vuelta para quedar recostado boca arriba en el sillón, como si de esa forma las ideas se desconcertaran y se fueran.

Ya eran varias las noches en que ocurría lo mismo: cada vez que se quedaba recostado mirando hacia el techo, una luz de afuera le llamaba la atención. Entonces, trataba de fijar la vista en la ventana. Era en ese momento cuando la veía a Carla, la vecina. Joven y rubia vecina que siempre lo cuidaba. Desde la lejanía y la separación de casas, lo cuidaba. Andrés pensaba que ella se preocupba por él y cuando la veía, le sonreía. Hubiese querido agradecerle y decirle que no se preocupara. Algunas noches, lo hacía, le agradecía en silencio, con la mirada, hasta que cedía ante el sueño y soñaba con Camila.

A veces soñaba por más tiempo del permitido. Y un día, los pájaros cantaron con alegría al igual que cada mañana, el sol se escurrió como pudo entre las cortinas y Andrés tapó su cara con un almohadón. Pero algo lo molestaba. Un ruido que hacía muchos meses no escuchaba le impidió mantener la línea del sueño. Alguien golpeaba la puerta de chapa.

Con los ojos entrecerrados por la luz matutina, se levantó y caminó hacia la puerta. La abrió sin siquiera preguntar quién era. La iluminación del lugar ya no le importó. Sus ojos se abrieron de par en par ante la sorpresa que se le presentó. La hermosa Carla estaba ahí y antes de que él pudiera reaccionar ella dijo:

—Andrés. Te desperté, perdón.

—No, no. No te hagas problema —dijo entre bostezos— Perdoname vos a mí. ¿Hacía mucho que estabas golpeando?

—Un rato, sí. Ya me estaba por ir. Vine a darte esto. Lo recibió mi papá y me dijo que te lo trajera cuanto antes.

—¿Eso? ¿Qué es? Claro. Un telegrama. Y sí, lógico. La puta madre.

—¿Pasó algo? Yo no entiendo nada de eso.

Andrés tardó unos segundos en sacar la vista del papel que tenía en la mano su vecina. La miró a los ojos y pensó: “Y no, mi amor, con esos hermosos 17 años no debés tener mucha idea, pero vos me cuidás. Me cuidás siempre”.

—A ver…, eh. Sí. No. Nada… Me echaron del laburo. Aparentemente, hoy no es domingo y hace tres días que tendría que haber ido a trabajar.

—Ah. Bueno…, no sé qué decirte en realidad.

—¡Jaja! Sos linda. Muchas gracias por traerlo. No te hubieses molestado.

—No, por favor. No fue nada. Bueno, te dejo tranquilo. Cuidate.

—Vos también.

Y la miró mientras se iba con su paso juvenil.

Desempleado. Esa era su condición actual. Desempleado y soltero. No por eso cambiarían sus actividades nocturnas, sino todo lo contrario. Tampoco cambiarían para Carla, aparentemente.

Pero desde el mediodía se notaba que la tarde pasaría de un modo bastante particular, y quizás hubiera sido un plan macabro de alguna deidad que disfrutaba de verlo enloquecer. Luego de la partida de la hermosa Carla, Andrés había entrado a la casa sin siquiera cerrar la puerta de chapa. La tarde había pasado mientras él estaba sentado en el sillón, sin emitir sonido y con la mirada fija en alguna mancha de la pared que tenía enfrente. Aunque imperceptible a la vista de cualquiera que lo mirase de afuera, su vida entera se estaba proyectando ante sus ojos. Y también alguna que otra ilusión o fantasía cuando su mente bromista quería que él se creara algún pedacito de otra realidad inexistente.

Para el anochecer, todos los recuerdos de sus días poco soleados se habían ido y solo quedaba la televisión con el noticiero que iluminaba la habitación. Andrés peleaba en la quietud por llenar los espacios vacíos de su mente. Sus ojos mostraban los nervios alimentados por la locura de sus ideas. Su cuerpo no se movía pero su mente generaba la necesidad de ultrajar una dulce flor. Entonces, entre imágenes rápidas que aparecían y se desvanecían en segundos, se encontraba violando con furia a la dulce vecina. Segundos después, volvía a la tensa calma de la habitación. Y de nuevo otra imagen. Y después, otra calma tensa. Finalmente, se movió y con sus manos tapó su cara. No quería lastimar a Carla. La dulce Carla. No quería ni siquiera imaginarlo. Casi en un llanto se preguntó por qué y Camila apareció. Lo acarició, lo tranquilizó mientras él no controlaba las lágrimas. Pero a los pocos minutos se levantó y dejó de acariciarlo, dejó de decirle que lo amaba para ir a revolcarse asquerosamente con otro tipo delante de sus ojos. Puta. Hija de puta. Y Carla ultrajada. Y Camila revolcada.

Andrés tapó su cara, cerró los ojos y gritó plegarias para no volver a ver nada de eso. Durante unos minutos se dijo pacientemente, mientras ponía un poco de música para relajarse, que día tras día todo podía ponerse gris y cada noche podía pretender que todo estuviera bien; pero cada vez estaba más viejo y solo, y ella ya no volvería y la otra ella algún día no lo cuidaría. Aunque él podía sentir que una liberación estaba por llegar. Se sentía frío, rígido y seco.

En ese instante se levantó y todo lo que encontró a su paso lo destrozó. Cuadros, platos, vasos, adornos, electrodomésticos, ropa, almohadones, sábanas, cortinas.

La música que provenía de la casa de atrás estaba sorpresivamente fuerte. Carla no entendía qué podría estar pasando en la casa de Andrés. Y trató de sacar conclusiones que la relajaran mientras miraba por la ventana de su habitación. Intentó distraerse y convencerse de que al día siguiente todo estaría bien.

La televisión, para ese momento, solo era capaz de reproducir una lluvia gris. Cuando él se hubo desahogado, cayó de rodillas al suelo y lloró desconsoladamente. Se preguntaba por qué, de forma constante. Y dio vueltas en el piso, hasta que la angustia se disipó. Pero aquel aparato lluvioso lo enfurecía. Luego de secarse las lágrimas y de respirar profundo, se puso de pie. Manteniendo el ritmo de la respiración, agarró decididamente el grueso caño que solía sostener la cortina antes de que él la arrancara; y con un fuerte movimiento impulsado por un grito repleto de odio, destrozó el televisor.

Carla reaccionó con un salto ante el grito y los golpes. Corrió hacia la ventana y gritó el nombre de su vecino. Su padre le gritó desde la planta baja que no molestara por la ventana. La muchacha hizo caso omiso a las órdenes del piso de abajo y volvió a llamar a Andrés. Sorpresivamente, desde la casa de atrás solo se escuchaba, en alto volumen, una canción bastante tranquila. Ella lo llamó una vez más. Para el final de su grito, un estruendo similar al de un arma de fuego retumbó entre las dos casas. Y un nuevo grito desesperado de la rubia vecina lo siguió.

Cuando los policías entraron al lugar, mediante la luz de las linternas pudieron distinguir que Andrés se encontraba tirado sin vida en un rincón, envuelto en un charco de sangre. La música continuaba sonando. Y mientras ellos se acercaban lentamente al cuerpo, un coro polifónico los acompañaba. Para el momento en que Javier, dueño del pesado borceguí que abrió la puerta de entrada, se acercó a Andrés e iluminó sus ojos abiertos, el coro enmudeció.

La cara de Andrés se mostraba feliz.

Cinco porqués

Ya se sabe qué, no se sabe cuándo ni cómo.

jueves, 1 de julio de 2010

miércoles, 30 de junio de 2010

Un día como hoy

Miércoles 30 de junio, pero del año 2004, nacía el primer posteo en este blog.
Feliz 6.º aniversario, querido diario.

lunes, 28 de junio de 2010

Dos porqués

Toda etiqueta tiene un porqué.

Un porqué

Aún con la existencia de tantas opciones y posibilidades, incluso tecnológicas, yo prefiero ciertas antigüedades.
Y lo de abajo es porque me encanta ponerle música a las cosas.

Humo y alcohol

Así se llamará mi tango.

Quinientos

Y esto me gustaría celebrarlo con tres "De mí".

Su silueta

A dos cuadras de casa hay..., había una casa que estaba entre dos edificios de esos que están de moda. Esos edificios que construyen por todos los huecos y rincones de Lanús. En fin..., la casa. Esa casa era realmente copada. Era grande. Era una casa linda. Escalinata al frente y techo dos aguas. Alguien la compró y la tiró abajo. De hecho, está en el proceso de tirarla abajo.
La casa ya no está. Y cada vez que paso por ahí —bastante seguido—, veo eso y me deprimo.
De todas formas, todavía se nota que la casa estuvo ahí. Quizás eso sea lo que más me deprima. Y se nota que estuvo porque en las paredes de los edificios que solían limitarla, está la marca de la casa. Todo su contorno dibujado con pedazos de materiales.
Entonces, veo esa marca al pasar e imagino su silueta, su figura. Puedo imaginar la casa ahí otra vez.
Y no puedo evitar pensar que es triste ver aquella ruina. El tema es que tampoco puedo evitar pensar que, en alguna medida, podría metaforizarlo. Y entonces, veo sólo mi sulieta por las marcas de las paredes, aunque yo ya no esté ahí.
Solamente quedan mis ruinas.

viernes, 25 de junio de 2010

No hay caso

—Vos tendrías que salir un poco de las Letras —me dijo mientras esperábamos un colectivo casi fantasmal.
La realidad fue que, si bien sonaba interesante lo que decía, no lo pensé como hubiese debido. Claro, para el momento en que lo hice, ya no estaba.
¿Y ahora, dónde está?
Yo tendría que salir un poco de las Letras. Me gusta lo literario de esas palabras.

domingo, 20 de junio de 2010

Cosa de domingos

Yo sabía que por ahí, por el mundo, andaba dando vueltas una foto que si no es la mejor que saqué, le pega en el palo.
Hoy la vi donde, si bien era posible que esté —teniendo en cuenta a los participantes del hecho de que esa fotografía exista—, jamás lo hubiese esperado.
Entonces, la verdad, a veces me acuerdo de algunas cosas. Cosas de domingos.
Fue cuestión de salir a correr un bondi y dejar que duerma un rato. Pero solo un rato, eh.
Todavía vivo y en el mismo lugar.

...

A lo lejos se escuchan ruidos.
La vía está cerca.
Allá a lo lejos, el tren.
Y a la vuelta de la esquina, otra vez, el alma en agonía.
Había que darle un rato de silencio.
Había que dejar que duerma.
Había que salir a correr un bondi.
Había que entrar a buscar la billetera.
Había que volver a salir a la calle.
Un grito, quizás, no sé. Algo se oyó.
Pudo haber ocurrido que se haya despertado.
Y quedé parada en la puerta de casa, dudando.

miércoles, 16 de junio de 2010

Gota de tintero

Siéntase libre usted de adjudicarle la cualidad del capricho al estereotipo de mina con el que suele salir. Discúlpeme, pero a este caso no se aplica.
Te acepto la carencia de estabilidad. Incluso, a veces lo veo como una virtud.

martes, 15 de junio de 2010

Y tuve un breve lapso de mística química

—Vos sos rara —me dijo un desconocido en el bondi. Me miró en silencio y esbozó una sonrisa.
Lo miré con la mismísima nulidad que me caracterizó toda la mañana.
—Ni tanto —le respondí y volví a mirar por la ventana. Después miré al piso. Pasados dos segundos, respiré profundo y volví a levantar la frente.
El bondi recién estaba por la mitad del camino.

sábado, 12 de junio de 2010

Mosca

Vuela por el comedor entero. Sobrevuela mi cabeza.
Se posa delante de mis manos y tienta así a la mismísima muerte.
Y cada vez que la alcanzo se va. Y cada vez que me decido a dejar de joder con matarla, minimamente alejarla, vuelve.
Mosca de mierda.
Ya no en el comedor, ya bien en la cocina. Vuela la cocina entera.
Y ese zumbido insoportable que marca su presencia. Y esos miles de ojos que no sirven para nada.
Se alimenta de basura. Se alimenta de mi basura. Sucia, putrefacta. Se pega a mis porquerías.
Mosca parásita.
Ya no la planta baja, ya bien habitaciones. Vuela las habitaciones enteras.
Y no se va. Me sigue y no se va. Abro las ventanas y la hija de puta no se va.
Mosca verde, moscardón, mosca horrible, mosca enorme. Trae mierda y mugre.
Molesta la mosca.
Alguien dígale que la corte. Dígale que se vaya. La mosca no para. La mosca no se va.
¡Maten esa mosca!
La morsa era Paul. La mosca soy yo.

viernes, 11 de junio de 2010

Increible lo tuyo

Yo puedo equivocarme seguido y puede que no siempre tenga razón; es algo que ocurre, eh —aunque usted no lo crea—. Pero, cuando yo digo que sos un pelotudo, nadie —y vos menos— tiene la autoridad suficiente como para contradecírmelo.

Cuando quieras saber, avisame y te explico el porqué.

domingo, 6 de junio de 2010

No, mañana no puedo

¿Qué será de todo cuando ya no interese encontrarse bien?
¿Qué será de esto cuando no importe saberse feliz?
Preguntame mañana.

...

Mártir, mártir, mártir.
Asesino, asesino, asesino.
Cazador, cazador, cazador.
Suicida, suicida, suicida.

Dependiendo del día se puede ser cada cosa.
Y más de tres veces.

...

Duerme y vive. Despierta y muere.
Si vas a respirar por inercia, mejor dejá el oxígeno para el que realmente lo quiera.
Que cada frustración sea útil.
A tu salud.

Trompetas, gorros y papelitos

Y un alma en agonía a la vuelta de la esquina.

Y a vos..., ¿te gusta o te hace bien?

¡Me cago en toda esa mierda!

Callate y servime más vino.
Todavía no me morí.

Yo soy persona (y no me cabe tanto el sujeto tácito)

No se abuse usted de mi condición de ser humano.

martes, 1 de junio de 2010

Vaaaaaamos...

Que si hubiese un premio para el que mejor se hace el boludo, estaría peleadísimo entre nosotros dos.

lunes, 31 de mayo de 2010

No se diga más

Hay cosas que ya sobrepasan lo absurdo. Careteada, le dicen en el barrio.
Y qué querés que te diga. Es cualquiera. Son cualquiera.

domingo, 30 de mayo de 2010

Managerea que no es poco

Cada vez es más difícil decir lo que digo todos los días sin siquiera hablar. Cada vez es más complicado separar lo que separo todo el tiempo sin siquiera dividir.
Imposible es. Todo lo es. Nada ha sido. Qué importa si será. A quién le interesa si habrá. Habrá sin que a nadie le importe. Porque va más allá de todo y queda más acá que nada.
Entonces, ahora no hay nada. La pieza vacía, la puerta cerrada y yo. Y ya lo había dicho, pero nunca antes quedó mejor.
Manejarte es decirte qué hacer sin decirte realmente lo que quiero que hagas.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Paralelos Vol. IV

Lo más cálido que había cerca...

¿Acaso puede darte arte un pedazo de arte?

...Porque el sabor era más dulce.

Finalmente, no es necesario lookearse para decirlo.


Así me va a ir con el trabajo práctico.

viernes, 21 de mayo de 2010

Qué mal quema

Qué mal, qué mal. Tan vacío y absurdo se te ve desde acá. Qué mal. Muy mal.
Antes se te apreciaba mejor. Quizás porque antes te miraba más de cerca.
Qué mal, qué mal. Ya no te veo tan de cerca. Y se te ve absurdo y vacío. Y quema. Qué mal. Qué mal quema. Muy mal.

¡Moltíssimo piu Avanti ancora!

Si en vez de las estúpidas panteras
y los férreos estúpidos leones,
encerrasen dos flacos mocetones
en esa frágil cárcel de las fieras,
No habrían de yacer noches enteras
en el blando pajar de sus colchones,
sin esperanzas ya, sin reacciones
lo mismo que dos plácidos horteras;
Cual Napoleones pensativos, graves,
no como el tigre sanguinario y maula,
escrutarían palmo a palmo su aula,
buscando las rendijas, no las llaves...
¡Seas el que tú seas, ya lo sabes:
a escrutar las rendijas de tu jaula!
Almafuerte

viernes, 14 de mayo de 2010

Paralelos Vol. III

Desde el 10/05/2010 me entiendo como del Goodbye Blue al Goodbye Cruel; para que te des una idea.
Después te cuento cómo sigue.


Si quiero que se sepa, lo tengo que decir.


Entonces, me pongo a pensar que, aparentemente, tengo mucho más tiempo del que pensaba.
Suena a interesante final feliz[1].


If you're good at something, never do it for free —dijo e hizo una mueca un tanto neurótica.



[1] Entiéndase por el comienzo de la historia.