miércoles, 26 de septiembre de 2012

Mi silencio

Nunca fui de decir muchas cosas. A menos que sea por escrito. Y no, tampoco, o sí, depende, no sé. 
Sé que hablo más cuando estoy sola que cuando estoy acompañada; y hablo más para adentro que para afuera. Gran parte del tiempo, mi mejor aliado es el silencio. Pero no el silencio del mundo, ni mucho menos que menos el silencio de la música; sino mi silencio. Ese sí es un compañero. Mi silencio. Me resguarda, me lleva, me acompaña. Al silencio no lo guardo, lo expreso en todo su esplendor. ¡Ay! El silencio..., ese silencio que no existe pero, me hace respirar. Y no emito sonido, no emito palabra. Me las guardo. Y no se las lleva el viento. Se quedan ahí. Entonces, generan un vórtice y se hacen tornado, y giran y giran y giran, y... Yo exhalo, gracias a mi silencio que me hace respirar, así que se van en un suspiro y quedan desparramadas acá, en esta especie o suerte de texto mudo que nunca pronuncié. 
Después de eso, me quedo en silencio, como antes, como durante, como ahora. 
Y ya no tengo nada más para decir.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Los olores, la paz y los aires

A veces, trato de imaginar —y con imaginar, me refiero a los recuerdos que tengo de aquellos— los olores y los aires en los que están. 
Un poco la tengo. Hay cosas re clásicas en los ambientes de allá. El suelo, la vista, la comodidad, lo perfecto. Te rodea. Te fascina. Te coquista. Te acomoda. 
Y en cada ambiente hay olores y aires, y en cada momento varían los olores y los aires. Ni hablemos de los colores.
A veces, pienso que en ese mismo momento están una situación cotidiana de ustedes, y trato de imaginar los olores y los aires. 
Los olores, la paz y los aires.