jueves, 29 de noviembre de 2012

Ella en cambio dice: Sufro



(...) ¿Por qué me siento tan vacío, tan desposeído, tan incapaz de dar ánimo? Mamá poca cosa, pobre cosa, ¿se le habrá puesto entre ceja y ceja morirse así, de una sola vez? ¿Y yo? ¿Qué pasa conmigo? Mamá, no tengo comentarios ni defensa, ni excusas, no tengo nada que decir. Ella en cambio dice: Sufro. Y su sufrimiento, porque me hiere, me da una horrible inseguridad. Es sin duda una derrota idéntica a tantas otras, pero en este caso es Mi Derrota, porque cuando mamá cierra desesperadamente los ojos y mueve los labios en esa mueca, en esa nunca resignada crispación de dolor, siento que también hay algo en mí que hace una mueca sin resignación, que algo en mí crispa contra Nada, porque Dios y Destino y Materialismo Diálectico son meros slogans que lanzaron Abraham y Splenger y Marx, no precisamente para formarnos o transformarnos o conformarnos, sino para hacernos olvidar las únicas metas razonables y obligatorias, verbigracia el suicidio o la locura. Yo mismo me estoy acordando de tales objetivos y veo clarísimamente mi propia oscuridad, pero demasiado sé, porque la historia se repite, que dentro de un rato también me habré olvidado y creeré que vale la pena vivir y ser cuerdo (...)
Mario Benedetti. Gracias por el fuego 


miércoles, 28 de noviembre de 2012

Después puedo

Afortunadamente, después de escupir se puede respirar. 
Y a veces me toma solo dos segundos cruzar la línea entre mi bien y mi mal, entre mi yo y mi cabeza, entre mi Ivana y mi Soledad. 
Eso es algo que disfruto de mí; de mi rato de encierro, de mi lapso conmigo, de mi momento de mí. 
Y después de mí, siempre puedo respirar. 
Pero el vacío no se abraza, por más reconocido que se lo tenga. Los abrazos...
Sí, los abrazos... es mejor guardarlos para los vivos. Los abrazos..., para que no se los lleve un tren.
Y respirar después de mí. 

No se puede, no

No podés estar en todas. No podemos comernos vivos. No puedo momificarme. No se puede vivir en paz. No puedo contarte todo. No podés ser mi confidente. No podemos estar contentos siempre. No se puede morir en paz. 
Si pudieras estar en todas, no las entenderías. Si pudieramos comernos vivos, no sobreviviríamos. Si puediera momificarme... Ves lo que te digo, no se puede vivir en paz. 
No puedo contarte todo, no podés ser mi confidente, para eso está esto, para eso están mis cuadernos. Vos no sos hoja, vos sos ser que juzga y prejuzga, vos sos ser que critica sin entender; los cuadernos entienden, este blog contiene. No podemos estar siempre contentos. Necesitamos estar mal, necesitamos pasar por otras cosas distintas para poder crecer un poco más. No se puede morir en paz, siempre queda algo más por terminar. 
Y yo, yo siempre necesito un respiro de todos. Yo siempre necesito mi rato de encierro, mi lapso conmigo, mi momento de mí. 
No insistas si te digo que "nada". No me vuelvas a preguntar. Dejame en paz, dejame tranquila. Que yo necesito de mí. Dejame sola conmigo, mis ideas y mis hormonas, que el drama que se me viene a la cabeza es puramente mío. No se puede compartir lo puramente propio. Dame un respiro y dejame sentirme mal, dejame sentirme como se me antoje, que si no siento que si no río que si no sufro, me invade la idea de vacío, y el vacío no se puede abrazar. No se puede, no. Y después los cuadernos se empapan. Dejalos que se empapen, que es el sentido que tienen acá, en mi mano, en mi vida. 
Y no se puede estar en todas, no se puede vivir en paz, no se puede contar todo, no se puede morir en paz, no se puede abrazar el vacío. No se puede, no. 

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Mi cárcel de egoísmo

Hace un tiempo intenté liberarme de ataduras, pues ya las había reconocido, ya las había detectado, ya podía eliminarlas; y mi egoísmo me jugó una mala pasada. 
Mi egoísmo. Ese mismo que se desvive por mi bienestar, ese mismo que reza por mi felicidad. Ese, mi egoísmo. Traicionada por mi propio egoísmo. 
Y ahora por ese, soy la cárcel de alguien más. Y ahora por eso, mis ataduras son de otro. 
He intentado volver hacia atrás, pero la condena ya está dictada. No se me perdona mi error. Y ser cárcel me encarcela. Y ser cárcel me quita libertad. Ser cárcel me tortura. Y mi egoísmo ya no se regocija, pues no quiere ser cárcel. Nunca quiso ser cárcel. Confundió. Confundió quizás, algo de felicidad con posesión, confundió libertad con pauta social, confundió los términos y los mezcló. Pero ahora nadie escucha su súplica, nadie escucha su perdón.
Y mientras otro está atado por mis sogas, yo estoy encadenada por mi error; pues mis cadenas nacen del atado. Y su condena me condena. Y mi preso es mi verdugo. 
Ambos necesitamos libertad. Ambos necesitamos salir de la cárcel de mi egoísmo. 
Esto me hace sentir mal.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Paralelos Vol. XIII

Paradójico es que uno trabaje constantemente con la idea de la unificación de criterios incrustada en la cabeza y que en el campo laboral en el que uno se ubica, no existan criterios unificados sobre cosas tan importantes como las tarifas, por ejemplo...

Y..., así es la vida...