martes, 10 de octubre de 2017

Todavía estás acá

Todavía no te fuiste porque siento que estás en el aire, en mis paredes, en todo el piso. Todavía no te fuiste porque escucho tu voz a lo lejos, entre risas y humores absurdos; y cierro los ojos y te veo bailar. Todavía estás acá, en toda esta estructura y esta construcción que me dejaste. Todavía no te fuiste del todo, porque estás en la luz, porque sos la luz, porque sos energía, así místico y enlazador de mundos, de seres, de amores... Todavía no te fuiste, porque siempre vas a estar acá. Y es que ocurre que antes de ser humano-ser-humano sos luz y sos paz. Y todo el tiempo serás.

http://youtu.be/NWYWgda5f0I

miércoles, 14 de junio de 2017

Llanto y tierra

Todos tenemos encima la obra y la gracia de morirnos algún día.
El problema más palpable, el asunto más latente
es que nadie puede escaparse de la vida.
Y mis ojos se llenan con todo el río de llanto que ya te lloré;
incluso antes, ni te digo después, de verte tiesa y entenderte nada.
Y mientras se parte en miles de pedazos lo más intangible de este ser,
de mis manos brota la misma tierra húmeda y áspera con la que te enterré.
Me quedo con toda tu alegría, todo tu desbordante amor y toda tu energía;
con el cuerpo entero bien atento, y las orejas bien altas.
Y me lo guardo todo acá, desde hoy y hasta el día en que me toque ver
con ojos de paz o suplicia todo lo que implica sumergirse en la pura calma.
Pero la verdadera y maldita realidad, sin escapatoria ni sensibilidad,
es que entre todos somos fertilidad,
o algo así como esa fecundidad, entre llanto y tierra,
que nos hace caer en esta trampa
de no poder salir de la vida más que por obra y gracia...



lunes, 3 de abril de 2017

Introspeccrítica

Ya me comí
despacio y con ansias 
todos los mocos 
e ideas rancias
que alguna vez 
con antojo
junté y escupí.

Ya me tragué
saboreando contenta
con sonrisa auténtica
todo el bolo de hambres
que ingerí y sin saber
ni aprender a digerir
apresurada vomité. 

Ya me mordí
tres veces la lengua
y ya expulsé
con prisa y sin tregua
alardeando cordura
seis kilos y medio
de sabiduría madura. 
¿Y ahora qué?

Ahora quisiera
volver a aguantarme,
sin vivir en sordera 
ni esperando quedarme.

Ya me quedé 
intacta e inmutable
ante las chillonas
y rastras chisposas
metálicas y poderosas
del gigante que pasa
por al lado del andén.
Sin temblor de rodillas
sin espasmos de pecho
sin el peso pesado
del vacío acumulado 
que me dejó tu resto
sombrío y congelado.
¿Y ahora qué?

Ahora podría
volver a mirarme
y decirme, austera
y sin mimarme 
que ante todo soy nadie
y que mis ojos no se llenan
sin la luz ni el abrigo
de mi propia condena
que no acusa tu alma
y no salva la pena. 

Ya me atraganté
entre hambres y flores
de un millón y dos tercios
de justificaciones
y aún así no hubo huecos
que llenaran el pecho
de orgullo y sabores
de parte de aquellos 
que tienen
sueños y colores. 
¿Y ahora qué?

Y ahora, quizá
en una de esas,
como quien acusa proezas
debería marchar
a escupir, 
vomitar,
comer y cagar, 
sin volver y asumir 
que la mierda es vivir. 

Y ahora que vuelva
el pánico escénico 
el repleto espacio
vacío de cuerpos 
de pensante y escéptico
de quietud y vaivén 
que sonroje mis mejillas
de temor y placer
con el temblar del dúo 
separado de rodillas
ante el paso mudo 
del metálico que arrastra 
sin piedad y cuan mantra
al muerto que canta
abajo del tren. 

Y ahora que
no exista 
ni se asome
el puto interrogante
que produje antes 
y al ego alimenta
y por dentro me carcome, 
o me llena de arrogancia 
o me quita los besos
o me tapa de ignorancia,
como aquel último verso
con cierre y apertura
con el que me adjudiqué 
ser pura cordura. 




jueves, 30 de marzo de 2017

Todos mis muertos

Están quiénes guardan sus muertos en el placard; y después, más al costado, en la esquina inferior izquierda: estoy yo, que duermo entre las cenizas que desparramo por mi cama.


(Serán todos mis muertos. O quizás, sea simplemente, que fumo porro en la cama y siempre se me vuelca el cenicero). 

viernes, 17 de marzo de 2017

Aprendaños

4, 10, 6, 20, da igual.
Pasan.
Van.
Hace varios años aprendí a no contar los años.
¿Aprendí? A no contarlos, sí. Hace años.  ¿Aprendí?
2, 5, 11 y medio, 40, da igual.
Exactamente igual, porque pasan, se van.
Y que se haga hace mucho, no quiere decir que tenga que seguir siendo así. ¿Aprendí?
Aprenderé, quizás dentro de unos años, en 10, o 4, o 20, o 2, ¿aprenderé?
Hace no-sé-cuántos años vengo aprendiendo a que no tengo pegamento en las extremidades, ni mucho menos en las tripas. Mi alma es medio boligoma, más goma que otra cosa en realidad.
15, 3, 51, 2ypico...
 Hace pifff, tanto hace que perdí la cuenta..., la cuenta de más borrones y más nuevas cuentas. Tanto hace que contar ni hace falta.
¿Hace cuánto que te escribo? Hace como 5 febreros, o 7, o 14, o 1 o ninguno.  ¿Aprendí?
Aprendo, todavía aprendo, todos los días aprendo.  Y acercate, pero mejor bien de lejos, así puedo aprender más: a mirarte, a irme, a volver, a verte pasar y a no encontrarte entre el público cada vez.
Aprendamos, y dentro de unos no-sé-cuántos miles de años, mirémonos de nuevo y volvámonos a ver. Mientras tanto, aprenderé.

martes, 21 de febrero de 2017

Rencorojos

Me pasa que siento que te miré con rencor; que no te di la mano para ayudarte, sino que te la di para soltarte y que te fueras, suelta, liviana, rapidito y sin chistar.
Y ahora que no estás, que flotás, que no vas a volver..., ahora es cuando siento que te miré mal,  con ojos de esos que no quieren ver más, onda, entre-abiertos pero sin pispear. Tipo de reojo pero hacia el otro lado...
Me pasa que siento que tendría que haberte dejado en ese recuerdo de perfecciones oníricas, y ahora quizás, en una de esas, me pasaría que no te sentiría sobre mi espalda.
Entonces, solamente me solté para que te quedaras pegada. Me abrí para que me encerraras. Me fui para que no me quedara encima, sobre los hombros, toda esa pesadumbre de lazos, entrelazos y tijeras oxidadas. Y acá me ves, pues, mirando hacia la ventana empapada de caos torrencial, sin tener obligación de pensarte, pero sin posibilidad aún de olvidarme del todo lo que pasó.
Yo sé que podría llorarte como nadie, hasta podría llorarte como nunca. Y no es lo seco de mis pestañas lo que me atormenta. Es que, todavía, un poco-quizás-bastante me cuesta darte todo ese gusto. Eso solo es así porque te miré con rencor. Te observé irracional. Te condené por tus últimos sollozos. Antes de eso, igual, aún así, dejé mucho de mí para contentarte. Antes que nada, busqué y moví todas las posibilidades. Y antes que todo, no funcionó ni tampoco te lo expliqué como era debido..., ¿para qué? ¿entre cuántos otros sollozos?
No me interesa pedirte que vuelvas para mirarte de nuevo, me interesa terminar de sacarte, así como quise que te fueras, suelta, liviana, rapidito y sin mucho chiste. Pero te siento, en lo profundo del punto más interno, en el adormecer de mis extremidades...
Me pasa que siento que no quiero pensarme dolida, porque también sé que no lo hubieras querido así. Me pasa que quisiera mirarme de otra manera, para mí, para con mis partes, con menos desinterés, quizás con un poco más de rencor.
Yo necesitaba que vos no necesitaras nada más. Nunca me di cuenta de que además, iba a necesitar decirte más cosas, mirarte de mil maneras y disfrutar el soltarte, el irme despacio y sin apuro hasta no verte más sin lugar al arrepentimiento de escupir un mes después todo lo que no te escribí.

Una cara de careta

Guardamos las apariencias
cuan mal habidas vergüenzas
y no es más que un tapujo
una cara de careta
pa que no se diga
pa que no se meta
pa que no se alarme
ni el vecino ni tu vieja
y no te preguntes
desesperadas e incontables veces
qué diría mi mamá si supiera...

...que soy ser, serhumano,
hombreanimal, hembrasalvaje,
cuerpo transpirado y hambriento
de sed, de plaSed,
de genestales como genitales
ardientes y empapados de instintos.

Qué diría pues quien tenga que
y guste de opinar...
por más gratis que parezca
que no-diga lo que quiera,
si hace lo mismo
quevos-queyo-queellos
con cuidado,
sin que se note,
sin que se sepa
que busca un tercero
para alimentar a su pareja
que busca un cuarto
para sacarse los trapujos

y quién dijo que lo que no es mío es tuyo
si somos y hacemos más de lo mismo

PrivacidApps,
persianas de incognito
métanselas donde mejor les quepan,
escondase pues en los deseos del otro
en el hacer del vecino,
en el actuar de los extraños
cuando vamos todos
por el mismo camino
pero siempre cerrando
bien fuerte y con traba
la puerta del baño

y porDió que no se sepa,
porque somos todos parte
de la misma cara de careta
esa que nos tapa la vergüenza
y nos hostiga el arte

orgullosos de no-mostrarnos y de mentirlesnos
somos y hacemos más de lo mismo


martes, 14 de febrero de 2017

Mis tus-febreros

No es que no te haya dedicado un febrero. Es que lo amargo se pudre y se vuelve un poco dulce, como la fruta, como tu pecho en la tierra.
No es que mi febrero no sea tuyo. Es que ahora también cargo con todo un enero sobre la espalda. Y, vamos, tampoco para pudrirse; onda, pasan los años y vos siempre seguís ahí haciéndote cada vez más polvo.
Igual, nada. Ya sabés. Mis tus-febreros siempre serán. Siempre-no-tan-siempre, tranqui.
Yo también soy fruta.

jueves, 12 de enero de 2017

Cuántos y cómos necesito

¿Cuántos son los latidos que te faltan? ¿Cuántas veces más te va a temblar el pulso? ¿Cuántas otras bocanadas desesperadas de aire pensás tomar? ¿Cuántas son las visitas que esperás? ¿Cuánto tiempo más vas a querer seguir? No se te ve hoy muy fiel a tu estilo. No me alegra tampoco escupir estas palabras.
Es difícil verte irte, pero también lo es verte quedarte. ¿Cuánto más querés sufrir el respirar? ¿Y cómo es que se arranca este nudo de pecho? Siento angustia y no puedo sacarla... Es el esfuerzo que veo en tus ojos y los intentos de balbuceos de tu boca; es el peso de tu cuerpo sobre mis brazos, en el afán y con la esperanza de mantenerte de pie..., es la desesperación de no comprender las incoherencias que te repite tu cabeza, y es el anhelo de paz por el que imploro cada vez que pestañeas.
Necesito abrazarte y quedarme de tu mano todo el día, y necesito salir corriendo a encontrarme sola en una plaza semiabandonada para no ver nada. Necesito volver a paso apurado a tus manos; y a la vez necesito tardar todo lo posible en llegar. Necesito no salir de la casa, pero necesito irme de vuelta a mi cotidianeidad. Necesito verte desde adentro, y necesito irme por un rato de mí misma. Necesito darte aire y dárselo a mi cuerpo.
Necesito dormir mejor. Necesitás descansar.
Necesito que no necesites nada más.

lunes, 2 de enero de 2017

La noche en vela todo el día

Necesito verte dormir. Necesito saber que descansás, que no vivís la noche en vela todo el día y que no predicás por el aire.
Necesito saber que seguís, que no frenás el tiempo a la mitad ni atás sogas desgastadas. Necesito verte reir y necesito entender que no reirás más. Y serán días, meses y años los que te detengas. Y serán siglos los que verás correr hacia atrás.
No te hundas en lo estático, no te quedes quieta. Que será este entonces el momento más intenso de tu vida. Que será este el instante más puro que tendrás.
No te duermas, descansá. No te agites, soltá el aire. No lo acapares, no esperes, cerrá los ojos lentamente y que sea el oxígeno lo más rico que consumas, y que sean tus sueños los recuerdos más valiosos.
No te salves, no te aferres, no te frenes. En serio, no te frenes; que no es el aire lo que falta, que no es el bombeo y el galope lo que se detiene. Es la espera, es la espera lo que mata tus ansias y las mías; es la espera lo que nos suelta las manos por un rato, mientras perdés la mirada, de a poco, sutilmente y sin remedio. No te exaltes, relajá.
Es tu mano y la mía en un mismo lugar, mientras se acerca la soledad. Disfrutá tu soledad, y llenala de todo lo que nunca quisiste dejar ir. Acompañate, dejate llevar, no me aferres a la idea de que te quedás siempre, para siempre acá.
Necesito verte en paz. Necesito que no necesites nada más.