miércoles, 14 de junio de 2017

Llanto y tierra

Todos tenemos encima la obra y la gracia de morirnos algún día.
El problema más palpable, el asunto más latente
es que nadie puede escaparse de la vida.
Y mis ojos se llenan con todo el río de llanto que ya te lloré;
incluso antes, ni te digo después, de verte tiesa y entenderte nada.
Y mientras se parte en miles de pedazos lo más intangible de este ser,
de mis manos brota la misma tierra húmeda y áspera con la que te enterré.
Me quedo con toda tu alegría, todo tu desbordante amor y toda tu energía;
con el cuerpo entero bien atento, y las orejas bien altas.
Y me lo guardo todo acá, desde hoy y hasta el día en que me toque ver
con ojos de paz o suplicia todo lo que implica sumergirse en la pura calma.
Pero la verdadera y maldita realidad, sin escapatoria ni sensibilidad,
es que entre todos somos fertilidad,
o algo así como esa fecundidad, entre llanto y tierra,
que nos hace caer en esta trampa
de no poder salir de la vida más que por obra y gracia...