domingo, 21 de mayo de 2006

Y Las Agujas No Se Detienen...

El paso del tiempo es algo que me da mucho a pensar. Es que pasa tan rápido. Los cumpleaños, aniversarios, los años, días, meses y horas...
Pensar en el futuro, como por ejemplo en "Cuanto falta para": terminar el colegio, ver a mi viejo, Bariloche, irme a vivir sola, empezar la facultad, trabajar en la oficina de mi vieja...
O en el pasado como ser por ejemplo, "Cuanto que pasó desde que": vi por última vez a mi viejo, que empecé el colegio, dejé de juntarme con tal persona, dejé de hablar con tal otra, conzco a éste o aquel, frecuento determinado lugar, vivo en tal lado, tengo algo, hago esto o aquello...

EL tiempo pasa de muchas maneras, pero pasa. El presente deja de ser presente luego de cada vez que el segundero se corre un lugar en el reloj. Y cada insignificante segundo marca un momento en la vida de cada uno.
Es increíble el tiempo que perdemos en cosas tan insignificantes, y también es deslumbrante el tiempo que disfrutamos o sufrimos, o crecemos, o soñamos.

Nacemos, vivimos, morimos. Pero realmente, ¿no parece que tardamos más en decirlo que lo que tardamos en hacerlo?... Muchos diran que no. Esos muchos quizás no ven lo que yo. Y yo veo que esos 60 segundos que forman un minuto, tanto como esos 60 minutos que forman una hora y esas 24 horas que forman un día, son nada.
Si, nada.
Ayer, terminé el jardín. Mañana termino el secundario. Pasado seguramente terminaré la carrera. Y en dos o tres días más, me jubilo.
La vida son solo segunditos, pero esos segunditos tienen que ser únicos.

Una vez, alguien me enseñó a no depender del reloj que llevo en la muñeca. Se lo agradeceré de por vida.

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