lunes, 28 de junio de 2010

Su silueta

A dos cuadras de casa hay..., había una casa que estaba entre dos edificios de esos que están de moda. Esos edificios que construyen por todos los huecos y rincones de Lanús. En fin..., la casa. Esa casa era realmente copada. Era grande. Era una casa linda. Escalinata al frente y techo dos aguas. Alguien la compró y la tiró abajo. De hecho, está en el proceso de tirarla abajo.
La casa ya no está. Y cada vez que paso por ahí —bastante seguido—, veo eso y me deprimo.
De todas formas, todavía se nota que la casa estuvo ahí. Quizás eso sea lo que más me deprima. Y se nota que estuvo porque en las paredes de los edificios que solían limitarla, está la marca de la casa. Todo su contorno dibujado con pedazos de materiales.
Entonces, veo esa marca al pasar e imagino su silueta, su figura. Puedo imaginar la casa ahí otra vez.
Y no puedo evitar pensar que es triste ver aquella ruina. El tema es que tampoco puedo evitar pensar que, en alguna medida, podría metaforizarlo. Y entonces, veo sólo mi sulieta por las marcas de las paredes, aunque yo ya no esté ahí.
Solamente quedan mis ruinas.

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