miércoles, 2 de octubre de 2013

De pie, toda la vida, en el frente

No estaba preparada para verte en pedazos. Siempre creí que ibas a estar ahí, de pie, toda la vida, en el frente. Eras tan lindo... Y estabas ahí, y me dabas aire, y me espiabas por arriba del techo. Y tus colores, qué colores. 
Entre lágrimas sollocé que tendría que haberte sacado más fotos..., pero ¿para qué? No cambiaría nada. 
Y suspiro. No estaba preparada para verte en pedazos en el piso. Me quedo con tu imagen: de pie, en el frente.


Un suspiro interrumpe la paz de esa copa alta y frondosa que se asoma sobre las tejas como un niño que se esconde en la diversión de jugar con algún adulto que se preste a ello. Niño con mirada traviesa y sonrisa desbordante de inocencia. Infante con pigmentos naturales que se oscurecen, se secan y se resecan con la estación entrante. Barullo de follaje que se confunde con una risa. Y es brisa. Y es viento. Negros, verdes y oscuros cabellos con reflejos claros se mezclan y se separan según el deseo de aquel suspiro.

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