lunes, 3 de febrero de 2014

Como este mes...

Son los fantasmas de tus ya viejas crisis los que me oscurecen los febreros. 
Me encantaría que fuera tu mismísimo fantasma, pero solo se me acercan estos espectros. 
Y como si tu ausencia fuese cíclica, me cruzo con tus inconscientes fieles seguidores. Entonces, de alguna manera, sigo mirando tus ojos entre abiertos en aquel rincón, bajo la irónica cruz que acompañó tu sonrisa y tus lágrimas ya secas aquella tarde gris. Gris como hoy, como el día 7, como este mes por siempre funesto mes.
Pero hace bastante que dejé de venirte con reproches irreprochables. Hasta prefiero ver ir y venir a los fantasmas. Es que tu foto no me alcanza, como ya he dicho alguna vez. Los espectros tampoco, de hecho. Y seguramente, vuelva a decirlo más adelante, incluso entre esas palabras que a veces encuentro carentes de cualquier tipo de sentido. Ocurre que sos, entre muchísimas otras cosas, de los mejores motivos para expresar lo inexpresable. 
Me gustaría saber cuántas verdades brutas me dirías hoy. Quizás tus verdades te fueron suficiente. 
A mí nunca me alcanza. Y suspiro. 
Los fantasmas de tus viejas crisis me oscurecen los febreros. Y mis grises febreros son todos tuyos, como este mes por siempre funesto mes. 

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