Mientras el agua caía sobre mi, mis ojos fijos en el piso blanco sobre el que estaba parada, mientras las diminutas gotas se deslizaban sobre mi cuerpo, y dejaban mi pelo total y completamente mojado, llovido. Mientras el sonido de esa pequeña lluvia que chocaba contra aquel blanco suelo, se introducía en mis tímpanos. Mientras hacía lo que estaba haciendo, mi mente no dejaba de pensar, sin embargo, era algo inconcluso. Todos los pensamientos se entrelazaban y ninguno llegaba a una idea exacta. Pero al finalizar lo que estaba realizando, todos los pensamientos que corrían en mi cabeza se quedaron quietos y de entre todos ellos surgió uno, y ese uno recorrió toda mi cabeza hasta encontrar la boca, y se escapó de mi, cuando dije en voz alta, abajo del agua que caía de la ducha:
¡Qué feminina que queda una mujer depilada!
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