miércoles, 9 de febrero de 2005

En la mañana...

Una mañana tranquila, el sol hacía un gran esferzo para asomarse y correr todas esas grises nubes que oscurecieron los dos días anteriores a este, este que empezó con una mañana tranquila, en la cual estuve por un largo rato acostada en mi cama deshecha con la dulce compañía de la radio, en dónde sonaba esa voz, que es tan particular, que es única, mientras esperaba el aviso de mi madre, que me diría que ya era hora de subirnos al auto y realizar nuestras tareas del día, que en realidad, yo no tengo ninguna obligación de realizarlas, pero si lo hice y lo hago, es para no quedarme todo el día haciendo nada y sentirme tan inútil y miserable. Pero el aviso de mi madre nunca llegaba, y aunque estaba acompañada por aquella hermosa voz, de esa persona que tanto admiro, que tanto me gusta, que salía de los parlantes de mi radio, sentía ese vacío que parecía nunca terminar. Pensé en escrbir, así que tomé lapicera y papel, luego de pensar por un momento sobre qué escribiría. una frase surgió de lo más profundo de mi. La escribí. Al poner el punto final de lo que escribí, el aviso que esperaba se hizo presente. Agarré mi mochila y me fui.



Aquella frase decía: "Estoy tan aburrida."

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