miércoles, 3 de marzo de 2010

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Espero, leo y veo. Escribo, borro y guardo silencio.
Nunca supe qué quiso decir. Nunca supo qué dije yo.
Letra, palabra, singno, sintagma y nadie dijo nada.
No tenemos idea de lo que decimos. Esto ocurre porque no nos hablamos.
El mundo nos lee. A tal le gusta esto. A aquel le gusta aquello.
Pero él no lo ve. Y si lo ve, no le gusta. Y si le gusta, no lo dice. Y si lo dice, no es directo. Y si es directo, lo es en otro lado. Y escribimos en vano. Como si se tratara de lograr la automatización de los dedos sobre el teclado. Y me quejo de esto como si fuera posible que nos quedemos callados.


Año 2010 y hay que asumir que los métodos troglodíticos de comunicación eran más eficientes.

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