domingo, 7 de marzo de 2010

Y empezar a escupir

Tengo como una banda de cosas para decir, pero ninguna sale. De esa banda de cosas que puede llegar a tener uno para decir, pero que no le interesan a nadie. Ya es el cuarto o quinto Leafpad que abro, uso y cierro sin guardar los cambios. Ni siquiera me interesa a mí.
Siento un fracaso tras otro, y yo no fracasé. Siento vergüenzas por cosas que son boludeces. Sé que son boludeces. Y me siento una tarada. Una tarada con nada. Una imbécil que no sirve para nada. Me pienso y me enojo conmigo por lo absurda que me veo.
Me dan ganas de no hablarme más.
Yo ya no tengo más ganas de estar acá. Tengo ganas de otras cosas. Y estoy estancadísima. Porque hay cosas que tengo que hacer, otras que tengo que empezar, otras que tengo que posponer, otras que tengo que terminar y alguna que otra que en el medio, seguro, se me va a cruzar. Entonces no me puedo ir. Y en definitiva, tampoco me puedo quedar.
Tengo sueño y dormí casi todo el día. Si me acuesto, seguramente, no logre pegar un ojo. Ya conozco toda esa maraña de ideas tortuosas que me esperan arriba de la almohada. Y no tengo ganas de verlas ahora.
Yo no quería que me vea. Yo no tengo ganas de que se me acumule toda esta mierda por nada. Yo pensé... No sé lo que pensé. Y loco, yo estaba tranquila. Qué mierda...
Pero yo sí quería verlo. Quería que me muestre de cerca lo que se percibe de lejos. En alguna medida, lo hizo. Igual, no lo entiende y tampoco me deja entender. Qué sé yo. Otra acumulación de pelotudeces.
Y mirá la cantidad de cosas que escribí y no dije nada. Ya se me cae la cara de vergüenza por seguir rompiendole las bolas al teclado con esto que..., que qué sé yo qué es. Pero ni siquiera se asoma a la insignificante satisfacción de hacerme sentir un poco mejor.

No hay comentarios.: