domingo, 9 de mayo de 2010

Punto de vista

Su vista se distrae con el delicado rayo de sol que entra tímidamente por la ventana que se encuentra a su derecha. Recuerda que debe concentrarse. Cierra los ojos, respira profundo, esboza una delicada sonrisa, se incorpora y mira de nuevo a su marido. Ya está lista para continuar.

Intenta conquistar con la mirada aquel lienzo que le da la espalda. Otra vez deja que sus ojos se distraigan. Mira el trípode de madera que sostiene la blanca tela que de a poco se queda con su imagen. Ve la silueta de su marido quien, cada tanto, asoma sus pupilas por el costado de aquella estructura para robar algún detalle de ese rostro de porcelana. Cuando él no se deja ver, ella mira la danza que interpreta la punta del pincel. Y da vueltas, y se queda quieta, y se esconde y se vuelve a mostrar.

En cualquier otra circunstancia, le costaría mantener la postura. Y cuando el cuerpo le pide un descanso, ella recuerda que se está enfrentando a su peor enemigo. No puede mostrar debilidad.

Pasan las horas, la habitación se oscurece y ella se siente cada vez más cansada. Pero no puede ceder tan fácil. Continúa desafiando con la mirada a la tela sobre la que pinta su amado. Y siente poder cuando piensa que así, ataca al lienzo por delante y por detrás.

Con el atardecer la habitación se enrojece y los amarillos almohadones que rodean el lecho donde ella posa se ven anaranjados. Los colores cálidos que la abrazan consiguen que se relaje y disfrute de ser la amada modelo. Quizás se relaje demasiado. Los párpados le pesan cada vez más. Entonces, arriba ve una franja negra, en el centro, rojos, naranjas y rosas, y abajo, otra franja negra que cada vez se aproxima más a la superior. Las franjas se juntan. Negro completo. Recuerda la lucha. Respira profundo y sus ojos se vuelven a llenar de calidez. Rojos, naranjas y rosas por todos lados.

La espalda del futuro retrato se deforma de a poco. Ella pestañea y ahora trata de distinguir la figura de la ventana. Los rojos y sus gamas se entremezclan. Todo está fuera de foco. Pestañea de nuevo. Todo se presenta nítido otra vez. Y luego: negro, colores cálidos borrosos, y negro. Oscuridad próxima.

Sus ojos se cierran. Esta vez, para siempre.

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