viernes, 17 de septiembre de 2010

Dulce Lucía Dulcinea

Lucía Dulcinea, muchacha que casi caso omiso hace a su segundo nombre. Menos edad de la que lleva a cuestas aparenta, por sus delicados rasgos y sus rizos que caen a un costado. Pero eso es todo lo que tiene de dulce.
De haberla usted conocido a Lucía Dulcinea...
Lucía Dulcinea no sabe exactamente lo que es llorar. Sabe que lo hizo alguna vez, pero no tiene recuerdo de haberlo hecho, mucho menos de lo que se siente.
—Él tampoco me sirve. A esta altura, ya debería estar en la basura —, dice en voz baja mientras apoya con desprecio papeles en un escritorio.
Ante todo demuestra indiferencia. A Lucía Dulcinea lo único que le importa es satisfacer el capricho del momento. El resto no existe. Ni pasado ni futuro ni nadie más. Ella y su presente es todo lo que entiende por real.
No guarda rencores ni tampoco recuerdos. No tiene melancolía ni una meta determinada. Lucía Dulcinea vive acorde a sus caprichos. Lo que atras queda, muere. Y de lo que vendrá se ocupará cuando corresponda.
A Lucía Dulcinea no le importa si otro deja de respirar, siempre y cuando no esté dentro de sus necesidades del momento. Que otro deje de respirar no afecta a su respiración, mientras ella respire nada más importa. El resto es solo un acompañante del contexto. Tampoco se preocupa por saber que ella dejará de respirar algún día. Ese día no es hoy.
A Lucía Dulcinea no le molesta dejar de respirar, le molesta que dejar de respirar no le sirva para su capricho del momento.

No hay comentarios.: