viernes, 22 de octubre de 2010

Total..., tenés tiempo de sobra

Cada día es todo más simple. Cada día la gente se vuelve más idiota y dependiente. Y ya existen cacerolas con lucecitas que te avisan cuándo el agua hierve. Hay aparatos que te sacuden los músculos con electricidad, así ni siquiera tenés que molestarte en hacer algo.
¿Cómo puede ser..., cómo es que..., qué carajo...? Es que me genera ganas de hacer tantas preguntas retóricas que no puedo ni..., nada. No sé. No lo llego a comprender.
¿De qué te sirve hacer todo tan rápido? ¿De qué sirve tener todo tan servido? ¿Te ahorra tiempo? ¿Y con ese tiempo qué vas a hacer? ¿Vas a trabajar más? ¿Vas a estar más tiempo conectado? ¿Vas a poder, no sé..., mandar más mensajitos de texto?
Quizás y solo quizás, lo que ocurre es que yo soy una persona que disfruta de ciertas cosas simples. Y bueno, no tengo ganas de que cada objeto sea capaz de encargarse de hacer todo por mí. No me molesta chequear el agua a ver si ya está para poner los fideos, por ejemplo. No me molesta ir al gimnasio y hacer ejercicio. Por el contrario, son cosas que disfruto. Son ratos que me los puedo tomar para mí. Así como cuando me tiro a leer un libro, o me siento a escribir en mi cuaderno, o me pongo a pelotudear con la perrita.
Si te lo ponés a pensar, en definitiva, uno termina por ser un inútil. Y el ser humano termina por ser subestimado por el propio ser humano.
Hay cosas que, realmente, no tienen razón de ser. Creo que eso de querer simplificar todo ya se nos ha ido de las manos. Entonces, uno ya podría preguntarse qué gracia tiene todo esto.
Y es que..., ¿para qué querés vivir tanto tiempo si podés hacer todo tan rápido?

No hay comentarios.: