martes, 9 de noviembre de 2010

De bestias, de vulnerabilidades y de vidrios

Si en este momento un carnívoro y salvaje animal, como ser un lobo, estuviese suelto por las calles de Lanús en busca de alimento guiado por su olfato..., creo que yo sería su primera presa.
Como si aquella bestia pudiera sentir el olor a sangre vulnerable. Como si yo no tuviese forma de escapar de ello. Y no estoy hablando de la vulnerabilidad, en realidad. Pero es el aroma. Se siente el aroma. Se siente la sangre, se la siente correr.
Y esa bestia podría estar en este momento lengüeteandose el hocico, desparramando saliva y mirandome por la ventana.
El vidrio ya se empañó.

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