domingo, 3 de abril de 2011

Sobre ver y no verse, sobre verse y no ver

Hace tiempo que no te veo por estos lados. ¿Y qué será de vos después de tanto?
Hace mucho que no se perciben tus aromas ni tus modos ni tus manos. ¿Y cuánto hace desde que viniste aquella vez a contarme cómo debía ser todo y cómo había que moverse para avanzar?
Me acuerdo que no hace tanto te crucé, pero vos no me cruzaste o jugaste a no cruzarme, siquiera una mirada.
Y hoy tu color ya no se nota. Y tu soltura no es la misma.
No hay nada de malo en cambiar el paso. Tampoco nada es absolutamente erróneo.
Pero tus manos, tus aromas y tus modos... ¿Qué habrá pasado?
Hace bastante que no te noto, aunque creo que igual estás. Incluso con tu ausencia cotidiana.
Y no sé, exáctamente, cuánto tardarás. Siquiera sé si aparecerás.
Hace tiempo que no se te ve por estos lados. Hace mucho que no escucho algo sobre tus pasados.
¿Te acordás de lo que decías? Siempre lo repetías, una y otra vez. ¿Te cansaste de aquella vida? ¿Ya no creés en lo que predicabas?
Hace tanto que no te encuentro. Tanto hace que hoy cuesta varios segundos poder recordarlo.
Y tus modos, tus manos, tus aromas...
Pudo haber pasado que hayan cambiado algunos cristales. No lo creo. No. Me hubiese enterado.
¿Y si te fuiste definitivamente? Tengo que decir, me genera una melancolía. Pero igual, te solté la mano. Y sabía, sabía lo que se venía. Igual, me solté, te solté, nos soltamos.
Hace mucho que no te busco. Y ya no me parece extraño. Pero quiero que sepas que no hay rencores y que este lugar te lo guardo.
Cuando gustes, sabés que podés volver y darte una vuelta por este espejo que, añejo y todo, me sige mirando.
Sé que ya no somos iguales. Pero... Igual, te espero acá delante, cristalino, verdadero y cambiante.
Cuando quieras, viejo reflejo, podés pasar a mostrarte.

No hay comentarios.: