miércoles, 28 de noviembre de 2012

Después puedo

Afortunadamente, después de escupir se puede respirar. 
Y a veces me toma solo dos segundos cruzar la línea entre mi bien y mi mal, entre mi yo y mi cabeza, entre mi Ivana y mi Soledad. 
Eso es algo que disfruto de mí; de mi rato de encierro, de mi lapso conmigo, de mi momento de mí. 
Y después de mí, siempre puedo respirar. 
Pero el vacío no se abraza, por más reconocido que se lo tenga. Los abrazos...
Sí, los abrazos... es mejor guardarlos para los vivos. Los abrazos..., para que no se los lleve un tren.
Y respirar después de mí. 

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