La oscuridad reinaba en la noche. En mi habitación, la única luz que iluminaba mi cara era la que brindaba la luna entrando por mi ventana, yo la miraba mientras pensaba en tus palabras. Imaginaba lo que podría llegar a pasar si tus posibles futuros actos sean certeros.
No dejé de pensar. Mimente volaba en una nube imaginando como sería el día que vinieras, ese día que tanto espero que sea realidad.
Según la conversación que llevamos a cabo, nada era concreto, pero toda mi esperanza deseaba que sí.
Desde la primera charla hasta ahora, tantas veces he llorado, tantas veces me he cuestionado por qué. ¿Por qué las distancias me condenan?¿Por qué existen esos malditos miles de kilómetros que me impiden verte?...No tengo las respuestas, y no las tendré.
Me preguntaste que era lo que esperaba, y respondí diciendote que tan solo me lo pidieras, pero no podés. Y claro, ¿Quién podría? Por lo menos no alguien que no sienta lo que yo.
Sé que a veces te pongo incómodo, o mis palabras te ponen nervioso al no saber que responderme, pero también me pedís que sea sincera, y lo hago, aunque lo que te digo es solamente la mínima parte de lo que pienso.
No logro dejarte escapar de mi cabeza, constantemente estás ahí. Quisiera ir a buscarte, pero hay muchas barreras en el medio que lo impiden.
La espera se hará eterna, pero sé que vale la pena tan larga espera por tan solo un día entero al lado tuyo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario