miércoles, 13 de enero de 2010

...

En un segundo casi pierdo la vida.
Se nubló mi vista. Y todo pareció derrumbarse.
En un segundo...
El agotamiento de viajes y vidas desapareció. Ya nada importaba.
Un segundo más adelante me encontré desparramando objetos sin razón de ser. Tirando a mis costados cosas que no me importaban en lo más mínimo.
Y nada fue importante. Nada fue lo que tenía que ser. No interesaban las humedades. Aquellos objetos no tenían utilidad alguna. En un segundo, todo eso se fue. Sus nombres, sus valores, sus vivencias conmigo. No importaba ni el hecho de que haya necesitado cargarlas en una mochila de tamaño considerable para poder sobrellevar unos días en algún lugar lejano.
Nada era importante.
En un segundo casi me entrego a los brazos de aquella muerte que alguna vez me besó en algún bosque que jamás existió.
Todo eso, en unos pocos segundos.
Pero, por suerte, ya encontré el cable del iPod.

No hay comentarios.: